Poco a poco la silueta de Fuenterrabía se aclara. El puerto de Caneta aparece casi sin agua, los fondos al descubierto. Frente al aeropuerto los limos están concurridos por gaviotas reidoras, garcetas y dos o tres garzas impasibles que caminan a zancadas y, cada tanto, estiran implacables el largo cuello para capturar alimento. Todas ellas lanzan esporádicos chillidos y arremeten unas contra otras para disputarse los bocados. Entre tanto, el cormarán, siempre distante y altivo sobre una rama podrida, se sacude las alas para secarse y espera paciente a que la niebla se disipe y salga el sol.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Desayuno en los limos
Poco a poco la silueta de Fuenterrabía se aclara. El puerto de Caneta aparece casi sin agua, los fondos al descubierto. Frente al aeropuerto los limos están concurridos por gaviotas reidoras, garcetas y dos o tres garzas impasibles que caminan a zancadas y, cada tanto, estiran implacables el largo cuello para capturar alimento. Todas ellas lanzan esporádicos chillidos y arremeten unas contra otras para disputarse los bocados. Entre tanto, el cormarán, siempre distante y altivo sobre una rama podrida, se sacude las alas para secarse y espera paciente a que la niebla se disipe y salga el sol.