Según me acerco al Corte Inglés de Málaga escucho una megafonía a todo decibelio que emite rumbas y veo mucha gente aglomerada. Será alguna feria, alguna fiesta, algún sarao, me digo, y, como tengo una cita aquí, me quedo a contemplar el ambiente.
Pronto descubro que han instalado un pequeño proscenio adosado a la fachada principal. Sobre él se atisba a un hombre ataviado con un llamativo jersey de rombos, un pequeño sombrero negro y un arete en cada oreja. El hombre reparte abrazos y besos a una serie de personas que proceden, como un goteo, de una larga cola que bordea el edificio.
Es una cola muy nutrida y disciplinada. Me atrevería a decir que es una de las colas más disciplinadas que he visto nunca, lo que me produce una honda admiración, dado que nadie parece intentar colarse, lo que es inhabitual en este país alérgico a las colas disciplinadas.
Bajo la atenta vigilancia de dos o tres guardias de seguridad, la gente espera pacientemente su turno para subir unos peldaños y abrazarse al cantante que se hace llamar El Barrio y que canta rumbas trepidantes con una voz potente.
He caído en la presentación de un disco de este señor que parece contar con el aprecio de la paciente concurrencia. Un grupo de jovencitas emite cada tanto gritos admirativos y otro grupo, en el que me introduzco, procede a disparar con frenesí sus cámaras fotográficas. Es todo un espectáculo. No se puede negar que el artista hace bien su trabajo: abraza, besa y sonríe como un auténtico profesional.
El sentimiento que predomina en mí ante toda esta alegre actividad es el de la admiración. ¿Pues no estaba en crisis la industria del disco? Lo que ven mis ojos y escuchan mis oídos no suena a crisis por ninguna esquina.
Aquí tenemos a 300 o 400 personas, cada una de ellas con un disco de 20 euros en la mano, dispuesta a esperar lo que haga falta para hacerse una foto con el artista y, en su caso, obtener un autógrafo. Me pregunto cuántos escritores nacionales disfrutan de un público tan incondicional y, sobre todo, de tantos lectores dispuestos a apoquinar con entusiasmo los 20 citados.
Va a ser que la crisis del disco es algo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos y que, por el contrario, la crisis del libro y de la lectura es algo endémico en el país. En fin, da gusto ver al personal tan satisfecho y, además, las rumbitas no suenan nada mal.
La web de El Barrio
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