domingo, 13 de noviembre de 2011

Guarrerías- Mariscal- Una piel apetecible


Al fin un poco de sol. En el tren, una charla muy amena con dos viajeras. Tema: la gente que pone los pies en el asiento de enfrente y otras guarrerías. Hay consenso: es un asco. Ellas se bajan en Herrera. He seguido con el libro sobre González Ruano que pensaba devolver y que, finalmente, se ha quedado conmigo. (1)

En la exposición de Mariscal, pese a mi reticencia, me dejo llevar con agrado. Al menos es algo diferente. Hay una joven amazona que atraviesa la sala y también anima a quedarse. Mariscal es un artista que ha sabido sacarle partido a su talento para el dibujo y la caricatura. Las piezas para la película Chico y Rita,  están bien, igual que las portadas para el New Yorker o Diseño Gráfico. Pueden verse también muebles, esculturas, bisutería, cubertería y acrílicos. Mariscal es barroco y ornamental pero le salva su espíritu travieso y juguetón. 

Mi obligada visita a La Zurriola. Siempre que vengo hasta aquí no me resisto a asomarme a la playa, concurrida por surferos, como es habitual. Por el camino, una corredora ceñida en negro, desbordante. 

Y vuelta, Bulevar adelante, hasta situarme en el Náutico y solearme brevemente. En el quiosco hay un viejo punki, rodeado de bolsas, que se rasca su cresta rubia bajo la mirada sonriente y cartelera del señor Erkoreka. 

Todavía tengo dos exposiciones pendientes pero decido dejarlas para otro día porque el sol es muy  agradable y prefiero pasearme.. 

Camino del tren de vuelta paso por la perfumería con el escaparate más sensual de la ciudad. Una piel apetecible. Suena sugerente, desde luego, pero no acabo de pillarlo.

Turbulencias mentales transitorias. 

(1) Por poco tiempo. Al día siguiente descubro que he olvidado devolver antes de irme de viaje por dos semanas, otro libro prestado por el centro cultural Koldo Mitxelena. Ahora, como castigo, me espera un mes y medio sin poder sacar libros. Me siento como en el colegio. Qué digo el colegio. ¡Me siento como en la mili!