Photograph: Eamonn McCabe
La maldición Hilliker es el título original. Hilliker es el nombre de su madre, asesinada cuando Ellroy tenía 10 años.
Este es un ensayo autobiográfico que se ocupa de los padres del escritor y de las mujeres de su vida.
Su madre era enfermera, pelirroja y alcohólica. A los diez años de James le ofrece elegir entre su padre y ella. James elige al padre. Ella le da una bofetada. El la maldice. Pocos meses después ella es asesinada. Este es el trauma profundo de Ellroy.
El padre es un mujeriego, un bala perdida, un fantasioso sin familia. Muere durante la primera juventud de James.
Ellroy no se anda con disimulos ni medias verdades. Voyeurismo. Alcoholismo. Allanamientos de moradas femeninas. Cortas estancias en prisión por excesos alcohólicos y delitos menores. Consumo de prostitución. Fe cristiana. Derechismo político.
Luego vienen las crisis nerviosas. Ansiedad. Insomnio. Y la práctica fracasada de diversos remedios.
Fijación por la historia americana y por la música clásica. Beethoven en especial. Se sueña como el salvador de las mujeres. Manda flores y recibe cartas de desprecio. Nunca se da por vencido. “Yo era sordo al mundo real y a cualquier cosa que contradijera mi monomaníaca agenda privada.”
“Compulsión sexual alimentada por un terror al contacto humano y a la pérdida del control mental.”
A los veinte. “Meses de ataques de llanto de pura hambre sexual.” Anfetaminas, alcohol, robos en farmacias y botiquines. “Las anfetaminas me dieron sexo. Sustancias que vaciaban la polla. No había mujeres. Estaban todas en mi cabeza. Me masturbaba hasta sangrar. Bebí hasta el coma etílico y desperté en descampados y cárceles.”
“Evité el almíbar hippy.”
En 1927, a los 29 años, entra en Alcohólicos Anónimos y abandona la bebida. Comienza a escribir. Publica dos novelas y abandona Los Angeles por Nueva York. Es autodidacta. Trabaja de cady. Se aplica el lema de su admirado Beethoven. “Agarré el destino por el cuello”. Gana mucho dinero con la literatura y su vida cambia, pero sigue siendo él, sus ideas, sus fantasmas, permanecen.
“Mi credo: No esperes nada, arriésgalo todo, dalo todo.”
Dos matrimonios, dos divorcios. Desea de tener hijas, pero no las tiene. “Yo era impenetrable, olvidadizo, autoritario… Arrepentirme era fácil. Incumplir mis promesas lo era aún más.”
La escritora Erika Schickel, casada y con dos hijas, parece ser la mujer de su vida.
Ellroy tiene una imagen pública ligeramente disuasoria. Es un tipo demasiado baqueteado para ir de sencillo y humilde por la vida. Las mujeres le dicen que es demasiado intenso. Este libro también lo es, a veces en exceso, pero en muchos sentidos es admirable. Los aficionados al estilo Ellroy no se sentirán defraudados.
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