jueves, 13 de septiembre de 2012

Mañanita con ITV




Llueve. Dejo a los niños en el cole. Me encamino a la ITV para la revisión anual y obligatoria del coche. Como voy sobrado de tiempo paro en Behobia quince minutos. Merodeo. El lugar está lleno de tiendas de alcohol y tabaco destinada a los guiris, preferiblemente franceses. En la oficina de la ITV se me cuela un gordito prepotente. Me aguanto las ganas de saltarle a la yugular. Me toca el quisquilloso. Hace diez años que llevo un agujerito en una tulipa. Este año es la primera vez que lo anotan. No paso el control. Debo cambiar los neumáticos traseros. Mi mecánico habitual no lo percibió hace una semana. Peor para él. Vuelvo a casa. Leo la prensa digital. La libertad del secuestrador y torturador de Ortega Lara ocupa todas las portadas. No tenemos remedio. Me desplazo a Norauto (no me importa hacer publicidad gratuita; soy así de generoso). Tardarán dos horas y media en cambiar las cubiertas. Aprovecharé para hacer unas compras en el centro comercial Alcampo. Esa perspectiva me abre el apetito. Entro en el Bellotta. Pido un rioja. Ataco un minibocadillo de jabugo, pimiento verde y anchoas. Está delicioso. Ataco otro. Hay un mostrador de ibéricos, tortillas y pinchos variados. Espectacular. En la pantalla, los Cuarenta Principales Latinos. Alucino con los latinos. Me siento más nórdico cuando los veo. Sale mi admirado Elbarrio, con su camisa de chorreras blancas, luego con chorreras rojas, el sombrero, los aretes. Me voy. Necesito un café. No está la camarera encantadora. Espero que no la hayan botado. En su lugar una francesa sequita. Miro pasar gente cinco minutos y me lanzo a las compras. Está todo cambiado desde la última vez. Vengo poco por aquí. La sección de libros es infame. Paso de largo. Me lo tomo con calma. Estoy medio mareado por el vino. La falta de costumbre. Me siento benévolo. Todo me da un poco igual. Inspecciono los vinos, las cervezas, los refrescos para los niños, los picoteos, las maquinillas de afeitar. El tiempo se me pasa rápido. Cuando termino voy a recoger el coche. Pregunto en Norauto por los alcoholímetros. ¿Servirá para Francia? Me dice que indican Comunidad Europea pero, al parecer, los franceses –siempre muy suyos, siempre proteccionistas de lo suyo- exigen no sé qué marca. A mi lado un señor los pone a parir, ante la mirada atónita de unos jóvenes galos que también han venido a cambiar cubiertas. Bueno, no voy a discutir. Con mi tiket de compra me dirijo a la gasolinera. Reposto y llego a casa desganado. Ha parado de llover.




No hay comentarios:

Publicar un comentario