Ni me acordaba de que está en
marcha el Festival de Cine. Qué cabeza la mía. Me asomo tímidamente a la plaza
de Oquendo a ver si atisbo el bello escote de Penélope Cruz pero nada, ni rastro.
Menos mal que esta mañana he visto a la Bella Ensimismada (¡haciendo futing!),
toda de negro, bien ceñida, y con eso ya tengo para una temporada. Un
movimiento de ensueño.
Así que me he metido a ver una
exposición de Vicente Ameztoy y, en cuanto entro en la sala, descubro que hay
otra de fotografías de Man Ray. Estamos que lo tiramos. Debe ser cosa del
Festival.
Lo de Ameztoy son unos dibujos para
una película basados en un cuento de un Jomo Kenyatta, que además de escritor
fue presidente de Kenia. Tienen su gracia, sin más.
Lo primero que veo de Man Ray son
unas fotos vanguardistas muy mal envejecidas que están a punto de hacerme
abandonar. Afortunadamente en otra sala hay un buen puñado de retratos, algunos
archiconocidos, que me salvan la excursión. Puedo ver a Hemingway sin barba y
con bigote, a Paul Eluard en topless, a Breton de perfil, a Proust muerto con
unas ojeras tremendas, a James Joyce con las uñas sucias, a Francis Picabia
también en topless (debía ser la moda en los años 30), a Dalí con una señora
que parece su madre y es Gala, y a Picasso vestido de torero.
Hay también unas bellas señoras,
tal que la Deneuve, Coco Chanel y la misma Ava Gardner en su periodo esbelto.
Con esto y un poco de callejeo he
pasado la mañana. Camino del tren adquiero dos moldes de pan de naranja y chocolate en
Barrenetxe y entro en la librería vecina donde compro Bandido, de Robert Walser en
bolsillo. Me entretengo un poco con los libros y pierdo el tren por diez
segundos, después de darme una carrera. A mis años.
Dibujo de Vicente Amezto
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