El viernes fui a hablar con el profesor
de mi hijo pequeño (nueve años), un hombre con mucha experiencia en el oficio.
En un momento de la conversación,
cuando me explicaba la necesidad de firmar todas las semanas los cuadernos
escolares, me lanzó la pregunta: ¿Para quién trabajan los niños en el colegio?
Ante mi cara de sorpresa, pues nunca me había parado a pensar seriamente sobre
semejante cuestión, él mismo se respondió.
Los niños no trabajan para el
futuro, para el día de mañana, nada de eso. Los niños trabajan para satisfacer
a sus padres. De tal forma que si los padres no se interesan por lo que
hacen sus hijos en la escuela entonces ellos consideran que no merece la
pena el esfuerzo.
No se trata tanto de ayudarle, continuó el maestro, como de hacer que ellos sientan que nos interesamos. Es algo
tan simple, tan elemental, que se nos puede olvidar con facilidad. Lo vemos
cada día.
Lo ve cada día el veterano
profesor.
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