Son las 8.15 y no quiere amanecer pero
es una mañana agradable: aire tibio, llovizna dulce, niebla. Las
luces del aeropuerto parecen rescoldos de una hoguera. En el aire, un alboroto
de gaviotas. Los vuelvepiedras caminan discretos en fila, silenciosos. No hay
paseantes en el paseo. Amanece con la ayuda de luces; el faro, la iglesia, las
farolas, los coches. El siseo de los neumáticos sobre los charcos. Claman las
olas en la playa, espumas de la pleamar, perfiles del cabo de Higuer, siluetas
esbozadas de Las Gemelas, un barquito zarandeado por las olas, las olas que
llegan hasta el bulevar y amenazan con desbordarlo. Pero hoy no me mojo,
observo a una prudente distancia, fotografío. Pasa la corredora del minivestido
blanco aunque hoy lleva pantalón largo. Ummm, qué fotograma perdido.
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