lunes, 28 de julio de 2014

Cioran, Silogismos de la amargura

Publicado en 1952 es una de las obras de aforismos más conocidas

del escritor Emil Cioran. Hago aquí una antología de urgencia.

La historia de las ideas es la historia del rencor de los solitarios.

Las fuentes de inspiración de un escritor son sus vergüenzas; quien

no las descubra en sí mismo o las eluda, está condenado al plagio o 

a la crítica.

La salvación sólo es posible mediante la imitación del silencio. 

Pero nuestra locuacidad es prenatal. Raza de charlatanes, de 

espermatozoides verbosos, estamos químicamente ligados a la 

palabra.

Admiraría sin límites a Omar Jayyam, sus tristezas sin réplica, si 

no hubiera conservado una última ilusión: por desgracia creía aún 

en el vino.

En los tormentos del intelecto hay una decencia que difícilmente 

encontraríamos en los del corazón.

El escepticismo es la elegancia de la ansiedad.

Petulante, me hundí en lo Absoluto; emergí troglodita.

El error de la filosofía consiste en ser demasiado soportable.

¿Cómo se puede ser filósofo? ¿Cómo se puede tener el descaro de 

tratar del tiempo, de la belleza, de Dios y de todo lo demás? El 

Espíritu se infla y brinca sin vergüenza. Metafísica, poesía –

impertinencias de piojo…

En un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.

¿Alguien emplea todo el tiempo la palabra “vida”? Sabed que es 

un enfermo.

Aburrirse es mascar tiempo.

Ningún equilibrio político es posible sin nulidades de primera 

calidad. ¿Quién provoca las catástrofes? Los maniáticos de la 

agitación, los impotentes, los insomnes, los artistas fracasados que 

han llevado corona, sable o uniforme y, más aún que todos ellos, 

los optimistas, aquellos que esperan a costa de los demás.

Nadie puede conservar su soledad si no sabe hacerse odioso.

Envejeciendo aprendemos a convertir nuestros terrores en 

sarcasmos.



Sólo se descubre un sabor a los días cuando se escapa a la 

obligación de poseer un destino.


Refutación del suicidio: ¿no es inelegante abandonar un mundo 

que tan gustosamente se ha puesto al servicio de nuestra tristeza?



Si creyese en Dios mi fatuidad no tendría límites: me pasearía 

desnudo por las calles.



El secreto de un ser coincide con el sufrimiento que espera.



El escepticismo es el excitante de las civilizaciones jóvenes y el 

pudor de las viejas.

Cuando la plebe adopta un mito, contemos con una masacre o, 

peor aún, con una nueva religión.


Quien no haya visto un burdel a las cinco de la mañana no puede 

imaginar hacia qué hastíos se encamina nuestro planeta.



Debemos reconsiderarlo todo, hasta los sollozos.



Todos nos confinamos en nuestro miedo –nuestra torre de marfil.

Un espermatozoide es un bandido en estado puro.

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