sábado, 16 de agosto de 2014

Por la Senda del Duero desde Aranda

El puente romano de Aranda de Duero

Para los que no somos aguerridos, ni amantes de la aventura, es una suerte disponer de rutas y sendas balizadas que nos permiten adentrarnos en la naturaleza, en el paisaje, de forma cómoda y segura. En esta ocasión, aprovechando un viaje a Burgos, me acerco hasta Aranda y hago una excursión por la Senda del Duero, etapa 10, hasta Castrillo de la Vega y vuelta.


El Duero a su paso por Aranda y jardines

La mañana de agosto es muy calurosa. El río baja con un color café con leche con derivaciones hacia el pardo. ¿Por qué el río tiene ese color?, me lo he preguntado durante horas.

El camino, de bonito trazado, discurre por una chopera durante unos cinco kilómetros. Es agradable y tranquilo. Dispone de bancos y algunas mesas. Hay tramos acondicionados con pasarelas. Luego abandona la vecindad del río y se desvía hacia el interior, hacia tierras cultivadas y caminos de parcelación. Pasa junto a una vía de tren abandonada, viñedos, pequeñas escombreras.

La senda, a la derecha, bajo uno de los puentes arandinos

Ya hay pocos árboles, pocas sombras. Afortunadamente sopla la brisa. Dudo si llegar hasta Roa y regresar en autobús. Pregunto a una pareja, padre e hija. No hay un camino claro hasta Roa, porque en cada municipio los caminos de parcelación pierden la continuidad. Tampoco hay demasiados autobuses para la vuelta. Por su parte, el GR que vengo siguiendo abandona el río.

La vía abandonada y campos

Finalmente me quedo a comer algo a la sombra de unos árboles y regreso por donde he venido. En medio de una llanura, a pleno sol, agradeces la presencia de un par de árboles.

Los chopos omnipresentes junto al río

La vuelta, por el calor del mediodía, resulta muy fatigosa. Me lo tomo con calma, hago varias paradas. Cuando llego al parque de Aranda, veo a una pareja que nada por el río, protegidos con trajes de neopreno. Es asombroso. Hay que tener valor para meterse en este agua.Cuando terminan salen por unas escaleras enfrente de mí, se cambian y se van cada uno por su lado. Pensar que a mí me da muchas veces pereza de ir a la piscina climatizada.

Me gusta este parque, con su fuente -donde me refresco-, sus bancos, las sombras. Todo está muy cuidadado. Hay hasta un recinto con pavos reales y otras aves.

La senda del Duero

Accedo al casco histórico por un bello puente romano de un ojo sobre el Arandilla, afluente del Duero. Enseguida aparece la iglesia de San Juan, que tiene una torre defensiva muy antigua. Todo está muy limpio y como recién restaurado. La otra iglesia -Santa María la Real- de cuya espléndida fachada es autor Simón de Colonia, alberga la exposición Las Edades del Hombre, que atrae a muchos visitantes.

Fachada de la iglesia gótica de Santa María la Real, obra de Simón de Colonia

Deambulo un rato, me tomo un café en una terraza y regreso a Burgos. Pero antes rodeo la plaza Mayor, que tiene forma triangular, con soportales, junto al Ayuntamiento. En la autovía me coge la avalancha de coches que vienen de Madrid hacia el norte. Todos van a 140 como mínimo. No veo más que un radar en todo el trayecto. ¿Pues no dicen que ponen muchas multas?

Torre fortificada de la iglesia de San Juan