“Después
de la guerra, para intentar explicar lo que había sucedido, se habló mucho de
lo inhumano. Pues lo siento una barbaridad, pero lo inhumano no existe. Sólo
existe lo humano, una y otra vez, y aquel Doll es un buen ejemplo. ¿Qué era
Doll sino un buen padre de familia que quería dar de comer a sus hijos y que
obedecía a su gobierno, incluso aunque en su fuero interno no estuviera de
acuerdo del todo? Si hubiera nacido en Francia o en América, habrían dicho de
él que era un pilar de la comunidad y un patriota; pero nació en Alemania, así
que era un criminal. La necesidad, ya lo sabían los griegos, es una diosa no
sólo ciega, sino además cruel.”
“(…) Heme aquí muy alejado de mis primeras reflexiones. Lo que quería decir es que si bien el hombre no es, como lo pretendieron algunos poetas y algunos filósofos, bueno por naturaleza, tampoco quiere eso decir que sea malo por naturaleza; el bien y el mal son categorías que pueden valer para calificar las consecuencias de las acciones del hombre contra otro hombre; pero, en mi opinión, carecen radicalmente de adecuación, e incluso de utilidad, para juzgar lo que ocurre en el corazón de un hombre. Doll mataba a gente, o mandaba a otros que la mataran, y, en consecuencia, es el Mal; pero en sí, era un hombre que se portaba bien con sus parientes, a quien no le importaban nada quienes no lo fueran y que, de propina, respetaba las leyes.”
“¿Sabes
por qué odian a los judíos? Te lo voy a decir. A los judíos los odian porque son
un pueblo ahorrativo y prudente, que no sólo es avaro con el dinero y con la
seguridad, sino también con sus tradiciones, con sus conocimientos y con sus
libros, incapaz de dar y de gastar, un pueblo que no conoce la guerra. Un
pueblo que sólo sabe acumular y no sabe nunca despilfarrar. En Kiev decías que
matar judíos era un despilfarro. Pues, mira, resulta que despilfarando sus
vidas, igual que se tira arroz en una boda, les hemos enseñado a gastar y les
hemos enseñado la guerra.”
Jonathan
Littell, Las benévolas