Pedro Sánchez, secretario del PSOE, ha fulminado de su
cargo a Carmona, cabeza de lista y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de
Madrid. A cambio le ha ofrecido mandarlo al Senado. El Senado es el lugar donde
los partidos políticos españoles mandan a los trastos viejos e inútiles. Una
especie de desván. Pero Carmona se ha negado a coger polvo en una esquina,
aunque esa esquina esté en la Milla de Oro, y se ha puesto belicoso. Que
Carmona se ponga belicoso es toda una noticia. Hasta la fecha no se le conocían
reacciones incorrectas. El líder de
Podemos, en un alarde de temple y ecuanimidad, le llamó “subnormal” y no pareció
afectarle demasiado.
Este Sánchez parece un ambicioso, o un sectario, o
ambas cosas, y no se anda con bromas, pese a ese aire de buen chico guaperas
que se da. Unos meses atrás disolvió la Federación Socialista Madrileña y
destituyó a su secretario Tomás Gómez. Pero, hasta el momento, la principal
hazaña de Sánchez ha sido entregar mediante pactos un montón de ayuntamientos a
la extrema izquierda podemita. No está mal para un buscador del Centro. Este
Sánchez promete y aún nos dará muchos días de gloria y amenidad.