jueves, 3 de marzo de 2016

La bella Carol



Carol, que ha pasado sin pena ni gloria por los Oscar, es una bonita película, agradable, bien llevada, de una amenidad placentera, muy cuidada, con apenas algún momento estridente. Carol suena bien, los diálogos tienen interés, la música también es agradable, discreta, refinada. Las dos intérpretes de Carol son excelentes. Cate Blanchet es una de mis actrices preferidas, siempre es un placer contemplarla, y el trabajo de la joven Roony Mara, que desconocía, no merece sino elogios.

Sin embargo, en contra de lo manifestado por buena parte de la crítica, Carol no es una obra maestra, y, en mi opinión, dista bastante de serlo. Ocurre que ahora se le pone la etiqueta de obra maestra a cualquier cosa. Ya no hay pudor en soltar elogios.

Dicho todo esto, dejado claro que, en cualquier caso, Carol es una película que merece verse (en comparación a todo lo demás que sale al mercado, y que yo desconozco y que voy a seguir desconociendo por el momento, a la espera de que el tiempo decante las cosas), merece verse, digo, pero que tiene algo impostado. Es una bella construcción pero le falta alma, o dicho de otra forma, no emociona en exceso, al menos a mí. Salgo del cine y me pongo tranquilamente a pensar en otra cosa. Carol no es de esas películas que se te queda incrustada durante horas, días, semanas.

Creo que los problemas de la gente de clase alta no me impresionan, no termino de creérmelos, me dejan indiferente. Eso es lo que me pasa con el personaje de la Blanchet. Para colmo me he pasado media película cuestionando su belleza (no sé si por culpa del abrigo de piel que lleva). Sólo al final, en las últimas secuencias, la vuelvo a apreciar en todo su esplendor. Me alcanza mucho más lo que vive la joven protagonista, empleada de unos grandes almacenes. Es un personaje más sensible y entrañable.

Luego hay una curiosa dicotomía entre las mujeres protagonistas y sus respectivas parejas. El marido de la Blanchet es, sin ambages, un neandertal, y el novio de la otra es muy del montón. Este ya es un planteamiento que me chirría un poco. Lo veo demasiado fácil y efectista.

Hay otro tema que podría tener mucho interés pero que está desaprovechado en esta película. Es la diferencia de edad entre las amantes. La relación entre una mujer madura y otra joven debería dar mucho juego y de hecho lo ha dado en muchas otras obras de corte más clásico. Sin embargo aquí, no sólo el tema se elude, sino que está invertido: la mujer joven aparenta mucha más madurez que la de más edad. Me resulta ligeramente desconcertante.

Por lo demás, como he indicado, una bonita película digna de verse. Ocurre que si no medimos los elogios corremos el riesgo de vulgarizarlo todo en detrimento de las obras (pocas) que sí son maestras.