La ideología del altruismo se ha colado en
nuestras mentes occidentales, sea por la vía del cristianismo, sea por la del
humanismo ateo. En el budismo zen, por el contrario, parece estar muy claro que
el mejor modo para ayudar a los demás es siendo uno mismo, y que es difícil –por
no decir imposible- saber qué es mejor
para el otro, pues para ello habría que ser él, o ella, y estar en sus
circunstancias. Dicho con mayor rotundidad: toda ayuda a cualquier tú es puramente
voluntarista o superficial hasta que no se descubre que yo soy tú, que tú eres
yo y que todos somos uno. Lo más acertado parece ser, en consecuencia, dejar
que el otro sea lo que es. Creer que uno puede ayudar es casi siempre una
presunción. En el zen se enseña a dejar a los demás en paz, porque poco de lo
que les sucede es realmente asunto tuyo. Casi todos nuestros problemas
comienzan por meternos donde no nos llaman.
Pablo
d´Ors
Biografía del silencio