En el País Vasco hay un gran pluralismo: tenemos nacionalismo de
derechas, nacionalismo de izquierdas, nacionalismo de extrema izquierda y nacionalismo bajo en cafeína.
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Inmovilista (según Podemos): dícese del que no avanza
en dirección al separatismo.
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Inmovilista (según Bildu): dícese del que no defiende
la impunidad de los crímenes de ETA.
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Ultima palabra fetiche comprada de saldo por los medios:
"desconexión". Se dice que Cataluña "va a desconectarse".
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Atención: Rajoy ha declarado que no va a permitir “que esto continúe”.
Temblad desconectadores.
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La tabarrita de los toros, la de los nombres franquistas, la de todos y todas, la de la plurinacionalidad, la del derecho a decidir, la de sacarse una teta en el Congreso, la de besarse en los morros en mitad del hemiciclo, la de mandarse tuits cuando están todo el día juntos, la de dar ruedas de prensa con un montón de pasmarotes detrás (como pusieron de moda los batasunos), la de los abusos de los vocativos, la de los titiriteros, la de ……… ¡Joder qué pesaditos! Van a acabar con el país a base de gilipolleces.
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¿Cómo puede uno fiarse de un tipo que se define como
“narrador”?
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La derecha peca de carcundia y la izquierda de sectarismo.
Mal que nos pese aún no somos homologables con las democracias europeas y, al
paso que vamos, tardaremos en llegar.
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No, Twitter no está “arrasando con la política y el
periodismo cultos, esforzados, incisivos e inteligentes”, como dice Cayetana
Alvarez de Toledo, sino que se ha limitado a ocupar el espacio que la política
y el periodismo han dejado vacío. A saber, primero desapareció lo culto,
esforzado, incisivo e inteligente en los medios y luego vino Twitter.
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El periodismo español está de enhorabuena esta
temporada. Puede practicar a mansalva su deporte favorito: marear la perdiz.
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Dios les castigó a los españoles enviándoles a ZP y, como no rectificaron,
ahora les manda a ZPedro. Lo siguiente y definitivo será el Coletas. (Isaias II
el posmoderno)
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Todos quieren bipartidismo aunque lo nieguen. Ciudadanos quiere acabar con el PP y Podemos con el PSOE. En resumen: quítate tú para ponerme yo.
Y es que no puede ser de otra forma, porque el multipartidismo requiere una sofisticación
política que España no tiene, ni se le espera.
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Exigimos cada vez más a los deportistas y luego nos
escandalizamos porque se dopan.