lunes, 31 de octubre de 2016

Un paseo otoñal por el Campo de Muñó

Cuando por la mañana desciendo por la autovía en dirección a Palencia irrumpe la niebla. Me acompañará durante casi una hora, pero es una buena señal: la jornada va a ser soleada. Me dirijo a Palazuelos, donde voy a iniciar el paseo. Acometo una primera aproximación a la comarca burgalesa de Campos de Muñó, al suroeste de la provincia, una tierra de campos de cereal y suaves colinas regada por el río Arlanzón. En la zona abundan las torres, las iglesias (por descontado) y las pilas bautismales románicas.

Cuando llego a Palazuelos aún quedan restos de niebla, que se deshacen a medida que avanzo por el amplio camino que me acerca hasta la orilla del Arlanzón. 


Iglesia de San Juan Bautista, comienzos del siglo XIII. Románico tardío del que sólo quedan los ábsides, la espadaña, la portada y el muro norte.


La mañana a esta primera hora, en efecto, se presenta soleada, el cielo sin una nube y la temperatura suave y en ascenso.

El trazado del Arlanzón, escoltado de chopos dorados que otoñean, es majestuoso.

Las aves que pueblan las riberas parecen haberse contagiado de la hermosura de la mañana y se dejan oir alegres.



El Arlanzón serpentea entre los campos. La ruta se aproxima y se aleja del cauce, donde se reflejan las tonalidades otoñales de la vegetación de ribera.

Una gran aliseda reclama mi atención y me desvío de mi ruta para adentrarme en su interior. Entre los troncos alineados diviso un zorro que se aleja a la carrera.


De vuelta al camino verifico la blandura del terreno. Las lluvias de días atrás lo han convertido en algo maleable y arcilloso que se queda pegado a las suelas. A la vuelta de una curva una cigüeña levanta el vuelo espantada por mis pasos.


Minutos más tarde, sin que haya encontrado a nadie en los caminos, me aproximo al puente sobre el río Cogollos que da paso a la pequeña localidad agrícola de Barrios de Muñó. En Barrios destaca la iglesia y un rollo de justicia, situado junto al edificio del Ayuntamiento.


El camino de vuelta discurre alejado del río y al otro lado de la carretera. A la izquierda se suceden los campos y, a la derecha, una sierra de baja altura. Varios kilómetros adelante confluye de nuevo con el cauce del Cogollos, cubierto de vegetación y, a lo que parece, sin agua.

Poco antes de alcanzar de nuevo Palazuelos se atraviesa el puentecillo de Santovenia, tan antiguo que pudiera ser romano, de un solo ojo. En sus extremos se aprecian restos de una calzada. Aún se puede apreciar el desgaste de los sillares por el paso de los carros durante siglos. Fue restaurado en el 2013.

Y en este banco, con vistas hacia la iglesia, cobijado en una excelente sombra, di cuanta de mi almuerzo mientras escuchaba una sinfonía de pájaros sobre mi cabeza.

La ruta en Wikiloc