Voy preparando 7 euros para acceder a la gran exposición antológica dedicada al pintor Ramiro Arrúe (1892-1971) que hoy, 8 de julio, se inaugura en el espacio Bellevue de Biarriz. Tengo una gran afición por la obra y la persona de este pintor oriundo de Bilbao, pero que pasó la mayor parte de su vida en Ciboure y San Juan de Luz.
Ramiro fue el sexto de los hermanos. Su madre murió al traerlo al mundo. Muy joven viaja a París y se instala posteriormente en el País Vasco francés donde pasa el resto de su vida.
Ramiro es un paisajista que también se dedica al retrato y al bodegón a petición de sus clientes. El mar y la montaña vascas –la naturaleza- son sus temas principales. Toda su obra está teñida de arcaísmo. Tiene predilección por los juegos y las fiestas del país, tratados con formas sólidas y colores simplificados. La pintura de Ramiro es a la vez sobria y lírica, virtudes muy características del arte de los vascos.
Si Cézanne tiene su montaña, la Saint Victoire, Arrúe tiene la suya, el emblemático Larrún. Pese a su amor por la tradición vasca, la modernidad también aparece en su obra, de la mano del cubismo, un cubismo apenas esbozado, pero que le da un toque muy personal a su trabajo. La fuerza de su línea es otra de sus características.
En Biarritz se presentan unas 300 obras (óleos, acuarelas, dibujos, esmaltes, fotografías…) procedentes de diferentes museos y de numerosas colecciones privadas.
La antológica permitirá descubrir obras nunca presentadas al público, especialmente 9 paneles de la Fundación Telesforo de Monzón de Bergara (Guipuzkoa) representando escenas de la vida cotidiana.
En paralelo, el Museo Vasco de Baiona presentará
Ballet Basque “Shorlekua”, unos veinte dibujos originales realizados en 1938.
Podrá visitarse hasta el 17 de setiembre.
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