sábado, 15 de julio de 2017

María Cueto, escultora de la levedad


 Constelación

Hace un par de años tuve la suerte de ver dos obras de la escultora María Cueto. Fue en una exposición colectiva en San Sebastián. Me encantaron. Un amor a primera vista. Me preguntaba quién era la escultora y la estuve buscando en internet. No había gran cosa. Apenas supe que era asturiana y que vivía en Berástegui.

Me preguntaba cómo era posible que una artista con semejante sensibilidad y talento fuera tan poco conocida. Es una pregunta retórica, pues este tipo de marginalidades son habituales en nuestra (in)cultura, donde cualquier mediocre es elevado a los altares artísticos y se deja a un lado a gente de verdadera importancia.



Cuál no sería mi sorpresa al leer hace unos días que María Cueto iba a exponer en Irún. Me apresuré a acudir a la inauguración, cosa que no suelo hacer, pues prefiero las salas con poco público para poder mirar sin agobios.

Lo que he visto, como no podía ser menos, ha estado a la altura de mis expectativas y las ha superado. Se trata en esta ocasión de piezas de menor tamaño, una veintena, agrupadas en varias series. Constelaciones vegetales es su título.

 Constelación, 2017

Las esculturas de María Cueto son objetos suspendidos en el aire, que parecen flotar en el espacio y que adquieren movimiento a la menor vibración. Están confeccionadas con materiales naturales: hojas, semillas, pétalos, ramitas, frutos, que han sido tejidos con hilos trasparentes y que forman diferentes figuras geométricas.

La tradición nos ha acostumbrado a la escultura con un peso, una gravedad: piedra, madera, metal, tierra, etc. Esta idea desaparece en la obra de María Cueto, donde lo que cuenta es la levedad, la delicadeza, la fragilidad, algo que está bastante alejado de nuestro imaginario artístico. En su lugar se aproxima a la estética oriental, llena de sutileza, sugerencia, humildad.

 Suite, 2010

Ante una obra de María admiramos en primer lugar su estructura, su forma y, a medida que nos vamos aproximando advertimos la sorpresa de su composición, de su elaboración, paciente y refinada. Desde cualquier ángulo que la contemplemos nos sorprenderá su unidad, su entidad un poco misteriosa.


Morada del aire, 2010

Hasta el 29 de setiembre. Sala Menchu Gal, Irún (Guipúzcoa). Horario: de miércoles a sábados, de 18 a 21h; domingos y festivos, de 11.30 a 13.30h.


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