viernes, 25 de mayo de 2018

Por Sasamón, la antigua Segisamo, entre campos de cereal y encinas

El caserío de Sasamón apiñado en torno a su iglesia

Sasamón, la antigua Segisamo de los turmogos, se encuentra a 30 kilómetros al oeste de Burgos, con un cómodo acceso por la autovía a León. Los turmogos fueron un pueblo de agricultores y pastores que vivieron en estas tierras desde el siglo IV a.C. hasta que fueron sometidos por Roma entre el año 73 y el 56 a.C. –Hoy es un municipio de unos 1300 habitantes repartidos en seis localidades.

La mañana de primavera (sol y algunas nubes) no puede ser más agradable para caminar por estos espacios parameros dedicados al cultivo del cereal. Salgo hacia los campos por la calle que conduce hasta la ermita de San Isidro o del Humilladero. Este edificio alberga un crucero del siglo XV, que es uno de los mejor trabajados que existen en España. Lo veré a la vuelta, pues a la ida la puerta de acceso permanece cerrada.

La ermita de san Isidro

En unos pasos se alcanza una pequeña chopera en cuyo interior hay algunas mesas y bancos de piedra. En un suave ascenso voy dejando atrás el caserío de Sasamón, que aparece en un altozano presidido por la iglesia o colegiata de Santa María la Real, que es la tercera en tamaño de la provincia, tras la Catedral burgalesa y la iglesia de Melgar. –A la izquierda, un poco difuminadas aún por la neblina, se dibujan las siluetas de la Peña Amaya y la Peña Ulana. En un lejano segundo plano, se vislumbran los Montes de Palencia. El verde de los campos de cereal flanquea el camino y será la norma durante toda la ruta. –No se tarda en alcanzar un mirador desde el que se contempla todo lo ya citado, más otra extensión de campos y pueblos lejanos en la llanura; la pequeña mancha oscura que veo debe ser el encinar hacia donde me dirijo.

Una chopera junto al camino

Durante el camino no hay otra compañía que los cantos de los pajarillos, alguna pareja de aves blanquecinas (calandrias tal vez) y los habituales graznidos de los cuervos. El sol en lo alto y algún lejano zumbido de un tractor que no veo. Voy siguiendo sin problemas las marcas del camino. La agradable monotonía del paisaje, de un minimalismo exquisito (el cielo azul, los campos verdes) se rompe cuando me introduzco en un encinar. En la entrada del mismo hay un gran ejemplar, de porte majestuoso, que me deja embobado contemplándolo y fotografiándolo. El camino que discurre por el interior del bosquecillo es muy agradable de andar, limpio y sinuoso. Casi da pena dejarlo atrás: uno se siente aquí como en un cuento de la infancia, aunque no de los hermanos Grimm, esos sádicos.

 La peña Amaya
Salgo ahora a una estrecha carretera, sin tráfico, que me permite dejar atrás el encinar. Tras una serie de cruces, un cartel informa de la casa-museo del pintor y escultor Salaguti, nombre artístico de Carlos Salazar Gutierrez, oriuendo de Sasamón. Me aproximo pero no veo nada, hasta que me percato de que está rodeada de árboles, en una hondonada. Diviso dos edificios rematados en cúpulas. Un cartel advierte que está prohibido el paso con vehículos de motor. Dejo para otra ocasión la visita y continúo mi camino, ya en descenso. Desde este paraje hay una vista panorámica sobre Sasamón y se respira una tranquilidad y una soledad envidiables. Imagino cómo tiene que ser esto por la noche, a la luz de la luna y de las estrellas. -Según bajo, la casa-museo va cogiendo otro perfil. Es un lugar muy extraño y original, a tono con la personalidad de este artista de obra singular.
Una encina majestuosa
 
Arbusto en flor
De vuelta en el pueblo encuentro abierta la puerta de la ermita y, a través de una verja puedo contemplar el precioso crucero. Tiene una altura de seis metros y está repleto de simbología cristiana. En el centro se relata el pecado de Adán y Eva. La serpiente tiene cabeza de mujer. Aparece la muerte de Abel en manos de Caín y un Cristo crucificado. En lo alto, un nido de pelícano que, al parecer, representa a la Eucaristía. En el reverso de la cruz aparece la ascensión a los cielos de María. Dos santas descansan a los pies: santa Marina, con el dragón y la cruz en el pecho, y santa Catalina de Alejandría con la rueda del martirio.

 
El crucero en el interior de la ermita
La iglesia gótica de santa María La Real

La plaza Mayor y la iglesia merecen una visita detallada. La gran iglesia de Santa María la Real es gótica con elementos posteriores. En el exterior destacan el pórtico con un bello Pantocrator y la puerta de san Miguel, de estilo florido. Sasamón fue sede episcopal en el siglo XI. - A la entrada de la localidad puede verse un arco y los restos de una muralla. En los dos extremos del caserío hay  sendos puentes romanos sobre el río Brullés. Paseando por sus calles pueden verse casas solariegas en piedra caliza. Un museo de arte contemporáneo alberga una colección de pintura. Queda también para otro día.