jueves, 25 de julio de 2019

La bella Columbus, entre la arquitectura y los conflictos familiares


      Interesante y muy bella por momentos esta primera obra larga de Kogonada, director estadounidense nacido en Corea del Sur, conocido por sus cortos sobre diversos cineastas.
      Columbus es una ciudad del medio oeste norteamericano, famosa por la abundancia de arquitectura del Estilo Internacional. Esta es una obra que trata sobre dos temas principales que el director unifica: la arquitectura y las relaciones familiares de los dos jóvenes personajes protagonistas.
   
  Ella es una graduada que vive en Columbus con su madre y que trabaja en una biblioteca. Siente una gran pasión por la arquitectura, pero no se decide a ir a la universidad para satisfacer su vocación tanto por razones económicas como por no abandonar a su progenitora.
      El es un traductor que vive en Corea del Sur y que llega a la ciudad casualmente debido a que su padre, un reconocido especialista en arquitectura, ha sufrido un ataque que le mantiene en coma durante una visita laboral a Columbus.
      Cada uno de ellos mantiene una relación con sus progenitores que condiciona sus vidas. El traductor reprocha a su padre por no haberse interesado nunca por él. La bibliotecaria dice que su madre es una “adicta a los tíos capullos”, se siente responsable de ella porque considera que ya está superando su dependencia emocional. Pero las cosas cambiarán cuando descubra que no es así.
      Se trata de una obra de diálogos, que a mi me recuerda al cine de Eric Rommer aunque, al parecer, el verdadero modelo que sigue Kogonada es el de Yazugiro Ozú.
      Y luego, aunque a un nivel tan importante como el hilo argumental, está la presencia de la arquitectura, de una belleza pasmosa, tanto en los interiores como en los exteriores, con muy bellos planos de fachadas, edificios y parques. Toda la cinta es un homenaje a los arquitectos Eero Searimen (1873-1950), representante del Art Nouveau y de su hijo Eliel Saarimen (1910-1961), volcado en el Estilo Internacional. En este sentido a mí me ha recordado a las películas de Antonioni aunque aquí la arquitectura parece más bien envolver a los personajes.
      Columbus es una obra morosa, que se recrea en la estética, con una puesta en escena exquisita, con una fotografía apagada, de tonos pasteles, melancólica y elegante. En ocasiones el director se complace tanto en el entorno que desdeña acercar su cámara a los personajes en momentos importantes y vemos actuar a estos a través de un lejano espejo.
      En mi opinión, la interpretación, sobre la de ella (Haley Lu Ricardson) es lo más flojo de la película. Quizá por ello el director evita en ocasiones una aproximación excesiva.
      Columbus es una de esas películas que terminará clasificada como “de culto”, si no lo está ya. Muy recomendable para los que no le temen al ritmo tranquilo y saben disfrutar con la belleza de las imágenes.
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