domingo, 1 de septiembre de 2019

1 de setiembre, la fiesta del residente


En las localidades turísticas, como Hendaya, el día 1 de setiembre debería ser declarado festivo: la festividad del residente. Este año por un doble motivo, pues la temporada veraniega ha sido agotadora.

A la habitual saturación de turistas y motores, que multiplica por diez tanto el número de personas como el de coches, motos, furgonetas, bicicletas y patinetes, este año se ha sumado la saturación de policías y otras fuerzas de seguridad, con motivo de los fastos del G-7 en Biarritz.


Han sido tres semanas de controles policiales, embotellamientos, calles cortadas, paranoias, rumores, bulos y el resto de la parafernalia que origina el asedio policial a una localidad, una comarca, una región, como ha sido el caso.

Y todo ello -que supongo algún día no lejano alguien estudiará con más detalle y sacará alguna conclusión sorprendente en relación al mandato presidencial de monsieur Macron-, para controlar una manifestación de pocos miles de personas, promovida, jaleada y nutrida por la extrema izquierda nacionalista con elementos decorativos variopintos.


Con la guinda de retirarse todo el despliegue a un discreto segundo plano durante el transcurso del evento procesional, porque manifestarse pacíficamente no es delito, aunque lo parezca.

Un paseo dominical tranquilo (el primero en meses), las calles despejadas, la playa a medio gas. Y el lunes será aún mejor.

Sí, los residentes nos merecemos un 1 de setiembre festivo. Uno al menos lo está celebrado. En la intimidad, naturalmente.

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