
He terminado la lectura de Serotonina, la última novela de Michel Houellebecq. No está mal, se deja leer, aunque en ocasiones le falta aliento narrativo. Cosas de la edad, supongo.
Como en ocasiones anteriores lo sustancial en la novelística de Houellebecq es la reflexión que el protagonista lleva a cabo sobre sus circunstancias personales y sociales. La incorrección política de estas ideas su no coincidencia con el pensamiento (líquido) dominante debe ser la razón de que tenga tantos detractores entre la crítica, aunque parece que nunca le ha faltado el fervor del público.
Los temas se mantienen constantes: lo amoroso, lo erótico más bien; la inestabilidad e inutilidad profesional; el hombre y la mujer como mundos separados y enfrentados; la ausencia de niños; el horror, la farsa de la vida social; la casi imposibilidad del amor en nuestras sociedades decadentes y consumistas; el escepticismo social y político.
He leído cosas terribles sobre esta novela. La principal acusación que se le hace es la de machismo. Hay incluso quien he seleccionado 20 detalles machistas de la misma.
Me parece una exageración de lo más tendenciosa. Hemos llegado a un punto en el que criticar o comentar desfavorablemente a una mujer es considerado machista. Me parece una majadería. Si un escritor está hablando de Mengana (casi pongo Fulana, gluc) y cuenta de ella que es una promiscua o una desleal o una sinvergüenza eso no es machismo, eso es lo que hay.
Con estos criterios tan restricitivos y mojigatos nos cargamos toda la literatura y, por descontado, toda libertad sexual. Igual es que se trata de eso, de volver al puritanismo más repelente.
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Nada me extrañaría que el éxito de Houellebecq se debiera, al menos en parte, a su interés por lo masculino y el punto de vista masculino en la sociedad contemporánea, en una época en la que el feminismo campa a sus anchas en los contenidos y la temática literaria.
No creo que se trate de un problema de traducción, pero me llama la atención esa forma de utilizar las comas en lugar de los puntos y seguidos, de forma que encabalga frases mediante las comas. Es como si el punto le resultara demasiado rotundo y temiera que el lector (o él mismo) perdiera el hilo de la narración.
No creo que se trate de un problema de traducción, pero me llama la atención esa forma de utilizar las comas en lugar de los puntos y seguidos, de forma que encabalga frases mediante las comas. Es como si el punto le resultara demasiado rotundo y temiera que el lector (o él mismo) perdiera el hilo de la narración.
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