lunes, 2 de diciembre de 2019

W. Genazino, la importancia de las nimiedades


Un hombre, del que desconocemos prácticamente todo, salvo que es un solitario, se pasea por la ciudad (probablemente Francfort) y, de vez en cuando, realiza alguna excursión por el campo o por las afueras.

El hombre nos cuenta lo que ve, casi siempre lo que en sociedad se conoce como nimiedades. Su vida es un poco taoista, no tiene más sentido que ese vagabundeo, ese ir y venir, observando todo tipo de cosas, personas y escenas, apreciándolas en sus menores detalles y luego dejándolas ir o, en el mejor de los casos, retomándolas a los pocos días, aunque tal vez ya no vuelvan más.



Parece que este hombre es alguien cultivado, aunque marginal dentro del organigrama social. De vez en cuando toma alguna nota en un cuaderno. Aunque no parezca que tenga familia puede decirse que todo le es familiar, de todo se siente próximo. “Yo mismo llamo a este ir de un sitio a otro trotar o ir al trote. A menudo me quedo parado o hago como que espero. Me gusta cuando el tiempo se desintegra así, en muchos pequeños trozos que puedo observar uno a uno.”


Y este es el principio esencial de su filosofía. El lector sólo tiene que acompañarle en sus paseos, dejarse ir de su mano y aprovecharse de su aguda y compasiva capacidad de observación. Descubrirá así que la vida es un conjunto de cosas sin demasiada importancia, pero que tienen mucho encanto si se las conoce y aprecia.

El paseante aprovecha los detalles de su observación para reflexionar sobre las cosas y los temas más diversos. Siempre lo hace de manera original y muy acorde a su aguda sensibilidad, pero no debemos esperar grandes ni trascendentales ideas.

“Todo lo que quiero se puede decir en dos frases: quiero sentirme tan embargado por algo que después me resulte fácil considerar la vida por terminada. Qué debe decir la segunda frase tengo que pensarlo todavía.”

La cita evidencia una de las principales características de este escritor: el humor, la ironía, una ironía tierna que busca la comprensión antes que la crítica.

Son ilustrativos los comienzos de algunas piezas que componen este libro y que dan una idea del tono levemente lírico de la obra de Genazino:

“Es un día de verano apacible”.

“Desgraciadamente he perdido mi trompo…”

“El sol brilla, bebo un vaso de vino tinto y leo mi libro.”

“La lluvia ablanda lentamente mis zapatos.”

“¿Dónde hay acontecimientos sin importancia?”


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