jueves, 30 de enero de 2020

La catedral nueva de Salamanca

 Las catedrales salmantinas, vistas desde el Puente Romano, relucen con el sol de la tarde. El río Tormes en primer plano.

 La deliciosa decoración tallada de las fachadas, que uno podría estar contemplando durante horas --como ocurre en otros muchos edificios de esta bella ciudad-- son filigranas hispano-flamencas de la época isabelina.

 Decoración exterior de la denominada Puerta de Ramos, por donde se accede en la actualidad, que debe su nombre al altorrelieve que representa la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un borrico.

 A través de un espejo puede verse esta espectacular imagen del centro del crucero, en la que se ven las bóvedas estrelladas y el interior de la gran cúpula.

Este San José con el Niño en brazos, y tirándole de las barbas, es una curiosa mezcla de ingenuidad y modernez.

 Espectacular contraste entre el barroquismo del entorno y la simplicidad del Cristo de las Batallas, de apenas 75 centímetros de altura y clara inspiración bizantina.

 La Virgen de la Soledad casi parece una belleza contemporánea.

 Esta Virgen con Niño, instalada en una de las capillas laterales, llamó mi atención de inmediato. Es un poco más pequeña de lo que aparenta en la escala de la foto.

Este Cristo Crucificado tan dramático se puede ver en otra de las capillas. Se ha querido enfatizarlo con un foco --en mi opinión poco acertado-- sobre el rostro.


La primera piedra se puso en el 1513 --en tiempos de Fernando el Católico-- y la consagración tuvo lugar 220 años después, en 1733. Pese a todo este tiempo transcurrido, la catedral nueva de Salamanca --de fábrica gótica--, mantiene una rara unidad y armonía. Su interior, de planta de salón con tres naves, es amplio y luminoso.

Cuando se decidió construir esta nueva seo, se tuvo el buen criterio de no derribar la antigua. Ambos edificios son tangentes y entre ambos forman una especie de enciclopedia de la evolución arquitectónica a lo largo de los siglos.

Juan Gil de Hontañón, si hijo Juan Gil el Mozo, Juan de Alava, Rodrigo Gil de Hontañón, Ribero de Rada, Joaquín de Churriguera, fueron algunos de los arquitectos y maestros de obras que la levantaron.

La enorme cúpula del crucero fue construida en estilo neoclásico en 1763 pues la anterior resultó dañada por el terremoto de Lisboa.

La deliciosa decoración tallada de las fachadas, que uno podría estar contemplando durante horas --como ocurre en otros muchos edificios de esta bella ciudad-- son filigranas hispano-flamencas de la época isabelina. La entrada de Cristo en Jerusalén a lomos de un pollino, el nacimiento en Belén y la adoración de los Magos son tres de los temas que destacan aquí por su delicadeza y belleza.

La capilla mayor es cuadrada y está presidida por una bella talla de la Asunción de la Virgen. A ambos lados hay unas urnas de plata sobredorada que contienen los restos de San Juan de Sahagún, patrono de la ciudad.

La sillería del coro, por su parte, está considerada como uno de los conjuntos más importantes del barroco español. Es obra tardía de Joaquín de Churriguera.

Las dos naves laterales acogen capillas de diferentes estilos y calidades que albergan a su vez elementos decorativos muy variados.

La visita a las catedrales se completa desde las alturas, pues se ha organizado una interesante exposición para la que es necesario ascender por las escaleras de las torres, según me han contado.


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