El silencio incomoda al hombre moderno. Se ha acostumbrado al ruido, ha sido educado en y para el ruido. Apenas veo jóvenes en las calles. Prefieren quedarse frente a sus pantallas. Lo natural casi les espanta. Lo individual, también.
Pasan algunos coches y adivino que desearían atronar el aire. Los pocos niños que veo, acompañados de sus padres, cotorrean que da gusto.
Hay un silencio antiguo, casi remoto, que es impagable. Pero no estamos preparados para disfrutarlo, ni es previsible que vayamos a estarlo.
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