domingo, 5 de diciembre de 2021

Vitamina D



Creo que me estoy volviendo un adicto al sol o, tal vez, a la vitamina D. En realidad, durante la mitad cálida del año, evito exponerme al sol o, al menos, tomo todo tipo de precauciones si estoy al aire libre. Sin embargo, durante la mitad fría del año, es decir, ahora, me dedico a buscarlo durante mis paseos. No se me escapa que esto es un claro síntoma de que los años empiezan a pasar su factura. Esta mañana, sin ir más lejos, una vez que le he dado la consabida ojeada a la playa, al mar y al cielo sobre el horizonte marino, que hoy estaban particularmente luminosos, me he desviado entre calles para evitar el frío que traía el aire del oeste.

Caminaba con rumbo incierto cuando, entre una nubosidad espesa, ha asomado tímidamente el sol. Sin pensarlo me he dejado llevar por el camino que él me trazaba. De esta forma he aparecido en la bahía y me he orientado hacia el sur en lugar de dirigirme hacia el puerto deportivo como acostumbro.

Durante un rato me he dejado acariciar por los rayos del sol. De hecho me he quitado el gorro. Debido a la bajamar la bahía estaba con poca agua. La isla de los Pájaros aparecía bastante concurrida, principalmente por gaviotas, pero también por cormoranes, garcetas, patos y el resto de los inquilinos habituales. En el aire chillaban las gaviotas a quienes las borrascas parecen alegrar. Entre los frutos rojos de los cotoneaster se divisaba la silueta medieval de Fuenterrabía. En el parque infantil el suelo aparecía sembrado de las grandes hojas amarillas de las moreras.

Antes, al salir de mi casa, he visto que los avellanos, donde antes iba tanto con mi perrillo, también han empezado a perder la hoja. No sé si quedará alguien que se ocupe de recolectar los frutos caídos. Las moreras ya han empezado también a desprenderse de las hojas. Son los últimos árboles en desnudarse y lo harán lentamente durante varias semanas aún. Curiosamente luego suelen ser los primeros en empezar a cubrirse al principio de la primavera.

Iba entretenido con toda esta vida desplegada alrededor cuando, sin previo aviso, el sol se ha tapado y ha empezado a llover, luego a chaparronear. Afortunadamente llevaba un paraguas. Justo he podido alcanzar el puente y ponerme a su cobijo. Pero, en cuanto he llegado al puente ha cesado la lluvia, así que apenas me he detenido un minuto y he dado la vuelta.

Como el viento arreciaba por mi izquierda y he sentido frío, me he salido de la bahía y he seguido junto a la carretera, bastante más recogida. Hoy no había demasiados visitantes, como suele ser habitual durante este largo puente en España. Se conoce que la lluvia y el frío los ha disuadido.

Antes de volver a casa he visitado la librería y le he dado un vistazo a la mesa de novedades, que estaba abarrotada. Parece que la producción editorial aquí goza de buena salud. Luego me he comprado el Sud-Ouest y Le Nouvelle Observateur. Hacía mucho tiempo que no compraba prensa francesa. En el Sud-Ouest le dedican un gran reportaje a la situación de las vacunas en el mundo. Destacan la precaria situación de Africa y el hecho de que, si esta deficiencia no se corrige, va a ser difícil combatir el virus en el resto del planeta. Por su parte, L´Obs dedica su portada a las numerosas familias, en especial jóvenes con hijos, que están abandonando las grandes ciudades --buscando huir de la vida estresante-- y acogiéndose a lo rural. Me alegra saber que las cosas empiezan a mirarse con una perspectiva amplia.