domingo, 23 de enero de 2022

La ermita de San Vicentejo



Unos kilómetros al norte de Treviño, sobre un pequeño alto al lado de la aldea de San Vicentejo, se encuentra esta ermita románica de la Purísima Concepción. La ermita ha generado una larga literatura que la relaciona con asuntos esotéricos, herméticos e iniciáticos. También sale en una reciente película titulada El silencio de la ciudad blanca, de Daniel Calparsoro. Y eso es algo que suele proporcionar alguna popularidad.

Al margen de todo ello, que los aficionados pueden leer en internet, se trata de un edificio posiblemente empezado a construir en el año 1162. Destaca su sofisticado y algo barroco ábside, con elementos decorativos de gran finura, en su mayor parte con motivos vegetales y geométricos aunque también hay algunas figuras, tanto animales como humanas.

Llaman la atención unos arcos ciegos trilobulados así como la forma del propio ábside que en la base es semicircular, en el tramo medio poliédrico y en el superior vuelve a ser semicircular.

Las ventanas disfrutan de una delicada decoración vegetal y hay una interesante colección de canecillos con motivos geométricos, vegetales y cabezas humanas. En algunos detalles se habla de influencias mozárabes.

La complejidad y sofisticación de este ábside revela que fue obra de un taller de canteros muy diferente al taller, bastante más tosco, que se ocupó del resto de la edificación.

El interior sólo puede visitarse en la temporada veraniega. He leído que es más sobrio y que pueden verse algunos bestiarios que podrían incluir algún tipo de mensaje iconográfico o doctrinal.

En San Vicentejo, el pueblecito que alberga el edificio, no vimos a nadie. Por su aspecto, con algunos edificios en ruinas, debe tener muy pocos habitantes. Antes se llamaba San Vicente de los Olleros, por albergar a muchos ceramistas.