lunes, 8 de mayo de 2023

Los Cahiers de Cioran

Siempre tengo a mano los Cahiers (1957-1972, Gallimard) de Emil Cioran. Lo adquirí en mayo de 2014. Aún no he concluído la lectura de sus mil páginas (apenas me quedan cien), pero nunca lo abandono. De vez en cuando lo abro y leo un par de páginas. Suele ser suficiente para relajarme de otras lecturas y, sobre todo, para alimentarme de escepticismo y, en consecuencia, relativizarlo todo.

Cuando concluya la primera lectura volveré al principio, con mayor placer aún. Tendré entonces la ventaja de centrarme en los pasajes que más me han interesado, todos ellos debidamente señalizados. Tampoco me veré obligado a consultar con tanta frecuencia el diccionario, pues también he apuntado en los márgenes la traducción de las palabras desconocidas. No son demasiadas, afortunadamente, porque la prosa cioraniana es deliciosamente transparente.

La única pega que tiene este volumen es su tamaño, que imposibilita el llevárselo de viaje. En su lugar podría arreglarme con la antología que tradujo Carlos Manzano para Tusquets y que adquirí bastante antes, en marzo de 2005. Pero, claro, es la décima parte del volumen original y, además, como es sabido, las antologías las carga el diablo.

El escritor rumano falleció en 1995. Su alzhéimer se manifestó algunos años antes, pero es seguro que, desde 1972 hasta la pérdida de sus facultades, Cioran no abandonó sus Cuadernos. Creo que sería muy interesante su lectura, pero no creo que algo semejante vaya a ocurrir.