Ya metidos en septiembre, Lisboa sigue llena de turistas. Qué digo llena, abarrotada. Por barrios como el Chiado, la Baixa e incluso Alfama, apenas se puede ya caminar. Ni qué decir que los precios están en consonancia con el fenómeno. En estos lugares se escucha más inglés que portugués. Yo le pedía a los lisboetas que desistieran de hablarme en inglés y me hablaran en portugués, mucho más accesible para mí. Cómo será la cosa que hasta los mendigos llevan sus carteles de pedir escritos en inglés. Salta a la vista la influencia de la Gran Bretaña en la vida y la historia de Portugal, pero esta colonización anglosajona es irritante hasta para mí, que no soy portugués. Y luego hay que verlos a los turistas, los atuendos, las actitudes, la prepotencia, el avasallamiento…