En Lisboa el poeta Fernando Pessoa está en todas partes. Me pregunto qué diría si viera su estatua en la entrada de A Brasileira, rodeada de turistas ansiosos por hacerse una foto junto a su persona. Le han dedicado también un museo, que ocupa las tres plantas del edificio que habitó los quince últimos años de su vida. Está en el barrio de Campo de Ourique, en un alto y alejada de las oficinas que frecuentaba en La Baixa. Uno se imagina a Pessoa cogiendo alguno de los abarrotados tranvías para cumplir sus obligaciones laborales. En la vecindad del Museo hay dos lugares emblemáticos de la ciudad: el cementerio de los Ingleses y el jardín de la Estrella.
Lo más interesante es la reedición de toda su obra y la de sus heterónimos con docenas de libros. Tanto en el Museo como en la librería Bertrand (Chiado) están a la venta estas excelentes reediciones. Justo enfrente de la veterana Bertrand hay otra librería interesante: la Sá da Costa, especializada en libros antiguos y de ocasión.