viernes, 23 de febrero de 2024

Cachondeo bancario

He pedido dos citas por internet, en sendos bancos –una por la mañana y la otra por la tarde– para cancelar unas cuentas.
Acudo a la primera. La persona que me han adjudicado no sabe nada de una cita, pero, como está libre en ese momento, me atiende. Qué suerte la mía.
Aunque hace más de tres meses que la cuenta está vacía hoy no puede cancelarla, me explica la empleada. Hay que esperar al final del trimestre.
La mujer, que debe ser muy apañadita, aprovecha la circunstancia de tenerme a tiro para intentar venderme unos productos. Los productos no me interesan, pero ella, que además de apañadita es perseverante, insiste. Media hora después consigo zafarme. Me da cita para primeros de abril para realizar la cancelación.
Por la tarde acudo a mi segunda cita. El banco está cerrado pero me abre un empleado con cara de sorpresa. Me dice que esa operación hay que hacerla en caja, que sólo abre por la mañana, y que debo dejar la cuenta a cero. ¿Entonces por qué me han dado la cita por la tarde? Eso el empleado no lo sabe.
Le explico que ayer invertí una hora para intentar transferir el dinero y dejar la cuenta a cero. Cuando ya estaba a punto de conseguirlo me faltó la firma digital. Solicité una firma digital por teléfono, me la dieron pero, como ya había pasado el tiempo reglamentario, tuve que empezar de nuevo la operación.
Cuando ya estaba a punto de introducir la flamante firma digital y culminar la operación, el sistema me dice que yo –que soy el titular de la cuenta– no estoy autorizado a realizar la operación que solicito. Estoy a punto de sufrir una crisis de identidad pero me repongo.
Total que me vuelvo a casa con las manos vacías y pido una nueva cita en internet. Tengo que volver el lunes. He perdido una mañana y una tarde, pero eso, obviamente, no es problema de los bancos. ¿Esto es un cachondeo bancario o son imaginaciones mías?