lunes, 21 de septiembre de 2009
Primer paseo otoñal
Hoy sí. Hoy hemos estado solos Tobías y yo durante el paseo del mediodía. Puedo decir que ha sido el primer paseo otoñal. El cielo estaba gris sin fisuras y, cada rato, dejaba caer un prolongado chaparrón. El aire se dejaba sentir por su frialdad, el suelo estaba adornado por charcos de todos los tamaños. Hemos ido a caminar un rato junto al río, en paralelo a la isla de los Faisanes. Siento una gran atracción por el río. Es uno de mis lugares favoritos para pasear. Todo el paisaje aquí –con las bajamares y las pleamares- es de una gran amenidad. El río es un ser vivo que te hace compañía.
Pero antes de llegar al Bidasoa hemos atravesado la zona industrial que alberga los grandes almacenes de transporte, todos permanecían cerrados por el fin de semana. Bajo la tejavana de uno de ellos nos hemos refugiado cuando la lluvia arreciaba. El perrillo, sin embargo, quería continuar y yo le he seguido los pasos cobijado en mi paraguas. A Tobías no le gusta salir cuando llueve pero, una vez afuera ya no le importa mojarse. Al llegar a la orilla se nos ha arrimado un chucho blancuzco, con el pelo empapado y las patas negras como si hubiese penetrado en el lodo. Ha estado incordiando un rato a Tobías con sus olisqueos y, como perseveraba pese a los gruñidos de éste, he debido intervenir para que se mantuviera alejado.
La marea creciente empujaba a las aguas hacia arriba. Estas tenían un color marrón. De vez en cuando se dejaba ver alguna gaviota de las que vienen a comer junto a la isla. No ha faltado a su cita la mujer rubia que practica el footing, embutida en su chubasquero. La he visto practicar su afición en todas las estaciones. Tiene las piernas fibrosas y musculosas de una deportista. Ha sido un paseo agradable bajo la lluvia. La niña se ha encargado de secar al perro con una toalla al llegar a casa. En estas ocasiones el bueno de Tobías ronronea como un gato.