domingo, 16 de septiembre de 2012

La victoria de los prepotentes

Me cuenta una amiga sobre los problemas que tienen en el trabajo. Al principio de curso el grupo de profesores tiene que ponerse de acuerdo para repartirse los horarios. Todos los años, me dice, hay uno o dos que imponen sus condiciones a base de gritos, amenazas y presiones. La dirección, por no buscarse líos, acaba por ceder y les concede lo que piden en detrimento del resto que no puede elegir o, si lo hace, es sobre lo que ya han elegido con anterioridad los prepotentes.

Esta es una excelente metáfora sobre España. En España se salen con la suya los que más gritan, los que amenazan, los que insultan, los que asesinan si así lo estiman necesario. Los que dirigen el país y debieran poner orden y hacer respetar la ley y la justicia, no lo hacen por comodidad, por cobardía, por no buscare líos. La mayoría de la gente, como mi amiga, han optado por callarse, hartos y aburridos de soportar todo los años las mismas presiones por parte de los mismos.

Estos últimos se frotan las manos. Les va de maravilla. El resto va tirando como puede, adaptándose a lo que hay, agachando la cabeza y dando gracias porque a sus colegas prepotentes no se les ocurra otra cosa más que imponer sus horarios particulares cuando empieza el curso.



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