martes, 25 de agosto de 2015

Los jardines ocultos de Oña

En Oña, buscando la oficina del parque natural, descubro el parque y los jardines del antiguo Monasterio de San Salvador. Adosado a la iglesia del monasterio está el cementerio. Decía Ernest Jünger que a los pueblos se les conoce por los mercados y los cementerios. Yo tengo la costumbre de visitar estos últimos.
Entrada al cementerio
El recinto, presidido por un gran ciprés, tiene dos patios. El superior parece el más antiguo. En el inferior hay sepulturas en tierra y nichos más recientes. En ambos hay gran variedad de sepulturas, algunas de ellas, las más modestas, son pequeños túmulos sin nombres presididos por una cruz.
Al otro lado de la verja hay una cruz dedicada a los “caídos en la guerra”, acompañada por una lápida con los nombres de legionarios italianos y soldados muertos en la guerra civil en el hospital de Oña. Hay también enterramientos en el suelo con sus cruces.
En diversos pabellones antiguos pueden verse obras de diferentes artistas, algunas de ellas curiosas y con interés, aunque su aspecto es más bien descuidado. Esta dejadez confiere al lugar un aire entre sombrío y romántico. En las fotos dejo algunas muestras.

Dos imágenes de pinturas. La de arriba apoyada sobre una pared. La de abajo, al freco.
Me cruzo con una mujer y dos hombres. La mujer señala una de las ventanas del monasterio y comenta que siempre le impresiona verla. Esto es lo que miraba la mujer: 

Por último, se pueden disfrutar los jardines que diseñaron los frailes para su ocio particular. Son plataformas en varios niveles, con una fuente y abundante vegetación que produce una sombra muy agradable en un día tan caluroso como el de hoy.

Pero lo mejor es una obra de ingeniería hidraúlica consistente en la canalización de un arroyo. El agua circula por un ancho canal, emitiendo muy bellos reflejos, y termina decantándose en un gran depósito. Hay también una cueva y otros puntos de interés que dejo para mi próxima visita.