viernes, 10 de marzo de 2017

Cillaperlata, antigua tierra de monjes y eremitas



Una de las variadas perspectivas de la ciudad de Frías

Desde Tobera en cinco minutos llego a Frías. Dejo el coche en el parkin bajo el castillo, me calzo las botas y me pongo a caminar en dirección a Quintanaseca. La imprescindible visita a Frías la dejo para la vuelta.

La ruta que sigo discurre por una senda montañera muy agradable y soleada para introducirse luego en un pinar. Desde aquí la vista del castillo de Frías es excelente. En cuanto dejo atrás el pinar aparece el caserío de Quintanaseca. Toda esta parte es muy bella.


A partir de Quintanaseca, que atravieso rápidamente, se abre una ancha pista parcelaria que sube, baja y zigzaguea. Es cómoda pero, al cabo de varios kilómetros se vuelve un poco monótona.

El camino que sigo, como indica la señalización, forma parte también de la Senda del Ebro, aunque el trazado del río ha quedado alejado a mano derecha. Poco antes de llegar a Cillaperlata, a mano izquierda, se abre un camino que conduce hasta las ruinas del antiguo Monasterio de San Juan, uno de los más antiguos de Castilla.


Lavadero y fuente de Cillaperlata

No llego a entrar, porque vengo cansado y tengo bastante camino por delante, pero la historia de este monasterio es interesante. Ha sido objeto de siete campañas arqueológicas que han puesto en evidencia su origen remoto. Estaba ubicado bajo la protección de las grandes paredes rocosas de la Sierra de la Llana y fue levantado hacia el siglo VII o principio del VIII, en época visigoda. Con anterioridad es probable que la zona albergara refugios rupestres y abrigos naturales que eran utilizados por eremitas. En las proximidades se ha localizado una necrópolis.

La base de la torre de la iglesia y la casa parroquial de Cillaperlata

Alcanzó su esplendor en el siglo XII y, a partir del románico, empezó a decaer. Mantuvo relaciones con el monasterio de Oña. Muchos de los senderos que recorren estas dos localidades proceden de aquella época. En el siglo XIX fue destruido por la guerra napoleónica y por la primera guerra carlista. Con la desamortización sus restos fueron utilizados para levantar la casa parroquial adosada a la iglesia de Cillaperlata.

Cillaperlata es una pequeña localidad que se levanta en un promontorio y a cuyos pies discurre el río Ebro. Está situada en la parte más accidental de los Montes Obarenes y mantiene aún un sabor tradicional en sus pequeñas plazas, la fuente, el lavadero y las huertas que la circundan. La iglesia de Nuestra Señora de Covadonga tiene elementos románicos, procedentes del monasterio citado.

La Cueva Grande, antiguo eremitorio

Uno de los vecinos con los que me cruzo me anima a visitar la cueva que hay junto al río y que da nombre al pueblo. “Cella” designa a las pequeñas cuevas o eremitorios altomedievales y “petralata” significa piedra ancha. Así que el nombre sería Cueva de la piedra ancha. Una escalera bien acondicionada aproxima hasta esta cueva, que se llama así, Cueva Grande. La otra oquedad, que se ubica un poco por encima, se llama el Covanuto y hoy es inaccesible.








Tras dar una vuelta por el pueblo vuelvo al camino para regresar a Frías. Si a la ida el camino se me ha hecho monótono a la vuelta es aún peor, pues el último tramo lo hago por una carretera, afortunadamente poco transitada.


Las últimas energías que me quedan las empleo en visitar Frías. La nubosidad se ha disipado al principio de la tarde y Frías es una ciudad (la más pequeña de España, según dicen) muy bella.


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