El bosquecillo de robles se ha convertido en mi jardín zen particular. Ayer me senté un rato en una de sus sombras. Entre la maleza se podía escuchar el deslizarse de algunos animales. Arriba la luna se ha saltado el toque de queda. Pienso en meditar cinco minutos, pero estoy demasiado agitado por la caminata y me limito a descansar.
Hay tráfico por las dos carreteras que lo cercan, y el inevitable bricolajero compulsivo en la distancia. Pero los pajarillos lo ignoran y no interrumpen sus trinos. Qué suerte, pajarillos que cantais, inmunes a los ruidos humanos.
Por el camino he visto un milano. El milano sobrevuela a la pandemia aprovechando al quietud allá abajo.
Por la tarde llega la noticia del fallecimiento de Luis Eduardo Aute --el poeta de la cálida media voz. Decir Aute es tanto como decir la memoria vital y sentimental de una generación. Escucho algunas de sus canciones.
Luego, sí, también se me pasan por la cabeza algunas cuestiones sobre Aute, algunos de sus olvidos, pero, sin duda, este no es el momento.
Una amiga me manda este hermoso video.
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