Esta película fue rodada, en blanco y negro, en pequeñas localidades del sur de Italia, en lugar de los escenarios reales de Palestina, que Pasolini descartó, después de visitarlos, por encontrarlos demasiado modernizados.
Esta película tiene todas las virtudes del cine pasoliniano. La ambientación está muy lograda, con ese gusto espléndido del italiano por las bellas ruinas. La escenografía, los trajes, de clara inspiración renacentista, son un prodigio de gusto y de originalidad. Los personajes, la mayoría interpretados por aficionados, tienen un interesante realismo marca de la casa.
Hay pocos diálogos, los imprescindibles, y una voz en off va narrando, casi literalmente, el texto del evangelio de Mateo. Hay pocas omisiones, las imprescindibles en el cine, que es el arte de la elipsis. En fin, están todos los elementos para hacer de esta película una obra notable. Y sin duda lo es.
Pero yo estuve a punto de abandonarla poco después de la primera mitad. No lo hice para permitirme hacer el presente comentario con conocimiento de causa. ¿Cuál es el problema entonces?
El problema es Jesús. Tengo reciente la lectura de este evangelio, y me pregunto si me gusta la figura de Jesús tal y como nos lo presenta esta película que, como he señalado, es muy fiel al original. Tengo sentimientos contradictorios al respecto: me gusta y no me gusta. Me gusta buena parte de su doctrina y no me gusta otra parte. O quizá debería decir que no me gustan las abundantes contradicciones que encuentro en este texto.
Pasolini y el actor Enrique Irazoqui durante el rodaje
Además de ellos, veo al personaje con una propensión a la ira y a la dureza en algunas de sus expresiones que no concuerdan con mi forma de entender la sabiduría y la espiritualidad. Me resulta alarmante su excesiva seriedad, su notoria ausencia de sentido del humor.
En la película Jesús tiene una mirada torba, esquinada, y sólo en un par de ocasiones --siempre en presencia de niños-- se le ve sonreír. Jesús no parece traer un mensaje positivo sino más bien una permanente confrontación. Siempre anda a la gresca con las autoridades políticas y religiosas judías, su doctrina y su actividad es un permanente enfrentamiento con ellas.
Tenemos también su obsesión por los endemoniados, que en la película no se refleja demasiado pero sí en los evangelios. Hoy apenas hay algún cristiano que hable de ello, pero Jesús (nadie, ni siquiera él escapa a su época) los tiene muy presentes.
En su época, Palestina está sometida al poder del imperio romano. ¿Qué pretende Jesús, ir contra esa dominación? No lo parece. No critica particularmente a los dominadores (Dad al César lo que es del César). ¿Entonces va contra los que sufren esa opresión? ¿O no se trata de una opresión?
Jesús se dedica a recorrer las sinagogas para predicar contra las jerarquías judías. ¿Qué puede esperar sino represión por meterse en la boca del lobo? Entonces, y esto puede resultarle apreciable al marxista Pasolini, ¿es Jesús un activista político y religioso? ¿Todo el antisemitismo posterior y secular estaría justificado por la propia actividad y doctrina de Jesús?
A este Jesús, en mi opinión de simple lector y espectador, le falta espiritualidad o, mejor dicho, le falta la enseñanza de la espiritualidad. Lo fía todo a la fe y, para justificarla, nos ofrece toda la retahíla de sus milagros. Nosotros, dos milenios más tarde, podemos sospechar que en ellos hay mucha literatura. Pero nos falta el método, el camino.
Sus continuas apelaciones a la ley, a todo lo que enseña y predica el Antiguo Testamento, son contradictorios con sus ataques a los judíos. ¿Qué es Jesús entonces, un renovador, un reformador del viejo judaísmo?
Por otra parte, ¿acaso la Iglesia que él fundó, no se convirtió con el paso del tiempo en una formidable maquinaria de imposición y de opresión tal y como ni siquiera la vieja jerarquía judía lo fue en su propio tiempo?
Me ha costado mucho acabar esta película. Por momentos ese Jesús colérico y tradicionalista me ha resultado insufrible. Sin embargo, es una figura tan poliédrica que podemos verla, obviando sus contradicciones, en sus aspectos más bondadosos, amables y misericordiosos.
Me intriga la razón por la que Pasolini ha sido tan fiel a la letra del texto evangélico, habida cuenta de su marxismo y su proclamado ateísmo (Pero, ¿fue ateo Pasolini?). Tal vez por eso ha querido dejar expuestas en una película todas esas contradicciones.
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