jueves, 2 de junio de 2022

El cañón de La Horadada, en la Montaña palentina





Es esta una zona muy agradable para pasear. Desde Mave (Montaña palentina) sale un camino que conduce hasta el cañón de La Horadada, excavado por el río Pisuerga en este territorio calizo. A la izquierda se deja el acceso a una antigua fábrica de harinas y una central hidroeléctrica. Por la derecha hay un suave ascenso que nos lleva hasta el cañón.

Por el camino me encuentro con un joven aficionado a las aves y charlo un rato con él. Lleva una cámara de fotos, unos prismáticos y una especie de catalejo montado sobre un trípode. Tenía unos días libres y se ha venido desde Madrid para cultivar su afición. Este es un buen lugar para el avistamiento de aves. Luego se irá hacia el embalse de Reinosa, un poco más arriba en el mapa.

Los ornitólogos son gente interesante. Su paciencia y perseverancia son admirables. Acostumbrado a ver pasar gente corriendo, ciclistas en rebaño y senderistas preocupados por batir el record de la ruta, es un placer encontrarte con gente que no tiene prisa y que, por el contrario, son capaces de permanecer quietos el tiempo que haga falta por ver a un pajarillo que se esconde entre la vegetación.

Le dejo husmeando por los alrededores y yo sigo el paseo. Las vistas sobre el cañón son espectaculares. Allá abajo, junto al río Pisuerga, se divisa un trazado ferroviario, aunque no veo pasar tren alguno. En el cielo navegan majestuosos varios buitres que supongo anidarán en estos farallones. Por la derecha, sembrado de florecillas silvestres, se abre un paisaje de páramo y enfrente se alza la mole de Las Tuerces que visité hace un par de días.

La senda, de vez en cuando se bifurca y te permite asomarte hasta el borde del cañón. Hace una espléndida mañana primaveral, sopla un airecillo refrescante y el sol luce allá arriba alegrándolo todo, incluído el ánimo del paseante.

Poco a poco el camino se va alejando del desfiladero y comienza el descenso. Si continuara por la izquierda, bordeando Las Tuerces, llegaría hasta Villaescusa de las Torres. En su lugar giro a la derecha y regreso en suave ascenso hasta el sendero del cañón.

Todavía hay por aquí otro lugar de especial interés: el monte Cildá, que alberga los restos de un castro. Queda para otra ocasión.

Cuando retomo el camino, vuelvo a atravesar una gran cueva abierta en sus dos extremos. El ornitólogo ya no está.

En la torre de la iglesia de Mave hay un gran nido de cigüeñas. Varias parejas sobrevuelan los campos de los alrededores. Ha sido un paso corto pero muy agradable. Poco a poco el geopaque de Las Loras me muestra sus numerosos encantos.

Las Tuerces

La antigua fábrica de harinas
La iglesia de Mave