Tormenta veraniega, al amanecer, en Bayona
Durante el pasado mes de agosto, en plena canícula, mi Twitter registró alguna animación. Sobre todo porque recibí algunos me gusta más de los habituales, es decir, dos o tres, a diferencia de los meses precedentes cuando un me gusta era un sobresalto.
Empecé filosófico, como suele gustarme expresarme en TW, a diferencia de otras redes, donde practico más la cosa estética, cultural e incluso artística:
El bien reflexionado es mero cálculo.
Creo que está inspirado en Cioran pero ya no recuerdo bien.
El mismo día retuiteé una cita de David Le Breton, de su libro Elogio del caminar:
"Caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo".
Bueno, no está mal. Siempre y cuando se camine en soledad. De lo contrario uno va demasiado distraído con la cháchara para reencontrarse con nadie, y menos con uno mismo. De hecho, cuando se camina en solitario uno puede reencontrarse con cualquiera: la imaginación es muy caprichosa.
Cuatro días más tarde me mostré ligeramente indignado por las restricciones sobre el consumo energético decretadas por el Gobierno. Son puro maquillaje. Si lo dejaran en mi mano puedo asegurar que íbamos a ahorrar energía como cosacos. La primera medida sería sencilla: velocidad máxima en todas las carreteras del país 100 kilómetros/hora; camiones a 80. Pero me limité a este tuit irónico:
No sé si el Gobierno dice algo sobre que los partidos de fútbol se jueguen con luz artificial.
Casi una semana después coloqué una cita de Mijail Bulgakow, un escritor ruso que me encanta y de quien releí esos días algunas páginas de su magistral El maestro y Margarita. Decía así la cita, que es toda una declaración de principios literarios:
“La auténtica literatura sólo puede existir allí donde la hacen imprudentes, ermitaños, heréticos, visionarios, sediciosos, escépticos. Si el escritor no puede reírse de todo, en tal caso no es literatura.”
A partir del día 12 entré en racha. La primera:
El único consuelo ante la imbecilidad de los tiempos es la certeza de que el futuro será aún peor.
Esta contundencia, al paso que vamos, me parece que está bastante justificada.
La segunda, en plena indignación por el atentado inspirado por el régimen iraní contra Salman Rusdhie. La verdad es que cada día creo menos en la libertad de expresión. No sé si se había notado:
La libertad de expresión es un farol que se tiran las democracias occidentales: la prueba es su tibieza en la condena del régimen iraní por el atentado contra Rushdie.
A mediados de mes ya debía intuir la convalecencia que me esperaba y en la que todavía chapoteo, y solté el siguiente tuit:
Superar la nostalgia víajera nos ahorra muchas incomodidades. En todas partes hay zaras y macdonalds.
Este apunte, con su pelín de retórica, es uno de los más aplaudidos. Recibió ¡once! me gusta. Algo inédito hasta la fecha.
De pronto, a mediados de mes lanzo un tuit teológico, La teología, como decía Borges, es la manifestación más creativa de la literatura. Hela aquí:
Hay que rezar mucho. Parece que Dios solo atiende a los pelmazos.
Confieso que es un asunto que siempre me ha preocupado: ¿Qué necesidad puede tener Dios de nuestros rezos? Claro que, probablemente, es al revés: somos nosotros los que necesitamos rezar por ver si Dios nos escucha. Lo que también es un contrasentido, pues se supone que Dios lo sabe todo. En fin, teologías…
Una de mis fobias, la de los niños que chillan sin motivo, salió a relucir. Probablemente por haber tenido que soportar a un par de ellos en la playa abarrotada:
Los padres de los niños que chillan como supliciados deberían ser enjuiciados por un delito contra la salud pública.
Como puede verse soy partidario de las soluciones drásticas y ejemplarizantes.
Para desengrasar un poco retuiteé un poema de mi admirado Miguel d´Ors titulado Mejor no me lo expliques. Por si hay algún interesado este es el texto...
Vaya, pues ahora no lo encuantro.
No pude resistirme a la tentación de recomendar los diálogos que suscitó un tuit del inconmensurable Fernando Sánchez Dragó quien, a sus 84 años, tuvo el cuajo de escribir:
"Esta mañana, al despertarnos, he dicho, bromeando, a mi novia: "No es no". Ella ha respondido: "Porfa, porfa". He rectificado."
Habría que aclarar que su novia, al parecer, podría ser su nieta. Me estuve riendo un buen rato a cuenta de los comentarios y me admiró la capacidad de encaje de FSD.
Otro retuit, el último del mes, recogía una cita de Paul Valery que me dejó desconcertado. Dice así:
"Lo bello es lo que desespera."
Hay que reconocer que se queda uno turulato y, desde luego, en algunos casos es así, sobre todo si uno se enamora (uno siempre se enamora de lo bello o de lo que considera bello) y no es correspondido. Pero la belleza también puede producir el efecto contrario, un efecto del consuelo, de alegría, de placer contemplativo. Pero bueno, si lo dijo Valery…
El mes terminó con esto, que no llegó a tuit, pero que estuvo inspirado en un tuit ajeno:
Envidio a Odiseo. No tengo sirenas de las que protegerme. Yo sólo me pongo tapones en los oídos para huir del ruido de los vecinos.
John William Waterhouse, Ulises y las sirenas, 1881
@jl_seisdedos