Pío Baroja paseando por Vera de Bidasoa
Ayer asistí a una charla en la biblioteca de Irún con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Pío Baroja. Se habló mucho de Baroja y San Sebastián, ciudad cuyos políticos siempre le han rechazado y menos de Irún y el Bidasoa, donde siempre ha sido bien acogido.
En general Baroja no es apreciado, institucionalmente, en el País Vasco. Hay dos razones, al margen de las andanadas que don Pío lanzó sobre su país natal. La primera, que don Pío era anticlerical y la segunda que sentía escasa devoción por el nacionalismo, conocido en su época como bizkaitarrismo. ¿Qué tiene de extraño pues que en esta tierra de curas y nacionalistas el poder político deteste a este hombre? ¡Al contrario, es un honor para él!
A Baroja le queremos y admiramos sus lectores, que somos muchos y siempre lo hemos sido. Todo lo demás –estatuas, nombres de calles, tambores de oro, medallas, etc,-- carecen de importancia. Lo importante ahora son sus libros y estos, afortunadamente, están disponibles en la mayoría de las bibliotecas vascas.
Cada país se retrata a sí mismo con el trato que dispensa a sus artistas y aquí, en el País Vasco, todos sabemos lo que hay y el que no lo sabe es porque no quiere saberlo.
En la charla intervinieron Félix Maraña, autor, entre otros libros de “Baroja nuestro”, y Pío Caro-Baroja, sobrino-nieto del homenajeado y estudioso de su obra.
En la charla intervinieron Félix Maraña, autor, entre otros libros de “Baroja nuestro”, y Pío Caro-Baroja, sobrino-nieto del homenajeado y estudioso de su obra.