viernes, 2 de diciembre de 2022

Donde defiendo, por una vez, al ministro Grande-Marlaska

Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a escribir un folio en defensa de Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, antes los ataques (injustificados en mi opinión) de que está siendo objeto.

La masacre que perpetraron hace unas semanas los policías marroquíes en la valla de Melilla, contra grupos de inmigrantes que pretendían asaltar la frontera española –y que fue aplaudida (conviene no olvidarlo) por el inescrupuloso doctor Sanchez– sólo tiene un responsable, el Gobierno marroquí.

El hecho de que uno de los cuerpos masacrados por la policía marroquí apareciera en suelo español no me parece trascendente. No parece que fuera la policía española, ni la Guardia Civil, los causantes de esa muerte.

Me llama la atención que se responsabilice al ministro Marlaska de este desdichado asunto y, además, de las devoluciones “en caliente” de no sé cuántos inmigrantes. Si ello fuera cierto, no creo ni por un momento que el ministro haya actuado sin el conocimiento del doctor Sánchez.

Me escandaliza que los españoles seamos tan masoquistas y tan acomplejados con este tema de las devoluciones en caliente. ¿O es que los asaltos a la frontera española se realizan en frío? El Gobierno francés, desde hace varios años, realiza expulsiones en caliente en la frontera irunesa o hendayesa, como se prefiera, aquí a unos metros de donde vivo, a todas horas del día, todas las semanas, todos los meses, todos los años y no me consta que la Comunidad Europea, ni España, hayan manifestado nunca su denuncia de esta situación.

En el paso fronterizo de Irún/Hendaya, hay un control policial permanente (24 de 24 y 7 de 7, como en los viejos tiempos) y, en cuanto cualquier indocumentado es detectado, preferiblemente si es joven y negro (como son la mayoría de los inmigrantes que pasan por aquí) es devuelto automáticamente a territorio español.

Si por el método que sea estos desdichados jóvenes consiguen adentrarse en Hendaya y son localizados por la policía, los agrupan, los meten en una furgoneta y los depositan al otro lado del puente, sin problema alguno y sin que a nadie se le caigan los anillos. Y aquí paz y después gloria.

Estos controles franceses, por cierto, suelen derivar en atascos monumentales sobre todo en la temporada veraniega, o en los fines de semanas e, incluso en horas punta. Los residentes en el Bajo Bidasoa los “disfrutamos” ampliamente. Repito, ni una sola queja por parte del Gobierno español ni de la Comunidad Europea.

El ministro Grande-Marlaska fue un juez aguerrido que gozaba de toda mi simpatía cuando luchaba contra el terrorismo. Luego se echó a perder cuando accedió a colocarse en el Gobierno que preside el doctor Sánchez, lo que demuestra que si metes una manzana sana en un cesto con manzanas podridas la manzana sana no sobrevive. O también pudiera ser que haya sucumbido a la letal erótica del poder.

Pero de ahí a adjudicarle –por parte de gentes desvergonzadas (sean de la oposición o de sus propias filas)-- unas responsabilidades que no tiene, hay un gran margen de decencia que uno no debe saltarse a la torera.