Sin duda Sorolla era un hombre inquieto y curioso. Sus veranos en San Sebastián así lo demuestran. Frecuentó la ciudad entre 1889 y 1921. Todo lo que la ciudad podía ofrecerle le interesaba. Y todo lo aprovechaba para convertirlo en la temática de su pintura. Quizá lo que más le atrajo al pintor de la luz era, naturalmente, la luz, la atmósfera tan cambiante a orillas del Cantábrico, tan diferente a la mediterránea de la que él procedía.
Sorolla se movía siempre acompañado por una pequeña maleta de pintor y aprovechaba cualquier circunstancia para tomar un apunte o pintar una tablita en color. Varios de ellas podemos verlos en esta muestra.
Sorolla pintó unos 4500 obras de las cuales 2000 eran de formato reducido. Su obra es popular, colorista, bosquejada, fácil, suelta, de grandes pinceladas y algo embarullada. Tuvo un gran éxito comercial en vida y aún hoy gusta mucho al público.
Pequeña pero interesante exposición en el Museo de San Telmo: Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián.