sábado, 30 de diciembre de 2023

Plácido, qué triste


1. Ayer, muy animoso, me puse delante de la tele con el Plácido de Berlanga. Fue un intento de cumplir con el cánon. Nada. Fracaso. Lo dejé al cuarto de hora. No A soporto el griterío, la chabacanería y el que todos se pongan a hablar a la vez. Supongo que en su momento –año 1961– sería una peli muy transgresora, pero hoy a los jóvenes no les interesa este tipo de cine y a los mayores, al menos a mí, me resulta triste y tedioso. No sé qué le rondará por la cabeza al que programa este tipo de películas o, mejor, prefiero no saberlo. Se podrá argumentar que, en realidad, esta película pretende satirizar una época y una sociedad, pero yo prefiero el olvido y, sobre todo, no tener que volver a contemplar estas escenas.


2. Casi siete millones de espectadores vieron el año pasado a la espabilada C.P. comerse las uvas. La joven, por cierto, ha dedicado, como de costumbre, el mes de diciembre a exhibirse en los medios para promocionarse de cara a Nochevieja. Ahora se victimiza un poco –asunto que siempre vende bien– y dice que no salir un año más a hacer un estriptis rancio en la tele sería ceder ante el odio. ¡Pero qué lista es mi niña!