
Camino del colegio veía cada día, mañana y tarde, la silueta de esta montaña. Oculta muchas veces por la niebla, difuminada por capas de lluvia, nítidos sus perfiles por el viento del sur.
Con asombro descubrió más tarde que si la contemplaba por su otra cara la imagen que le ofrecía era muy diferente, más ancha y encrestada, parecida al perfil de un rostro enérgico y tumbado.

Durante su juventud ascendió en algunas ocasiones sus 834 metros y después conoció que se trata de un batolito granítico y una de las montañas más antiguas del País Vasco.
Supo también que mucha sangre se ha derramado en sus laderas en sucesivas guerras civiles y que su entorno -hoy parque natural- es una de las maravillas con que la naturaleza se adorna en la privilegiada región del bajo Bidasoa.
Cuando repasa sus fotos siempre aparece aquí o allá.
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Hendaya
24.1.07
Siempre ha sido mi telón de fondo. Una especie de frontón en donde rebotaban mis miradas. Cuando era pequeña, mi padre me decía que era la cabeza de un gigante tumbado boca arriba... Ya ves de qué unívoca manera esta mole ancestral suscita la imaginación de la gente.
ResponderEliminarImagino que tu visión de las Peñas era desde el lado de San Sebastián, donde se aprecia más el perfil humanoide del cresterío. Por aquí se llegaba a decir que recordan al rostro de Wellingthon, el general inglés de la Guerra de la Independencia. ¡Qué cosas!
ResponderEliminar¡Anda que...!
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