Es el título de una novelita de
Jean Echenoz que acabo de leer. Fue premio Goncourt en 1999. Me parece que el Goncourt es un premio importante en Francia, pero tampoco estoy muy seguro. Tal vez sea como el premio Planeta aquí: un asunto comercial que carece de relevancia literaria. En este caso se trata de un divertimento, un artilugio ingenioso y estiloso. Ideal para leer en la playa, en el metro o en un banco bajo un suave sol primaveral. Carece de pretensiones. Y no se toma en serio a sí misma. Ese es su principal encanto, su toque postmoderno. Hay un narrador que se autocuestriona todo el tiempo, bromea, se toma confianza con los personajes, en especial con el protagonista. Su levedad resulta atractiva. Es tan ligera que no se te cae de las manos. Algo es algo. Tal vez los tiempos que corren no dan para más. Al final hay que elegir entre la levedad y la pretenciosidad.
También es el título de esta canción. El Goncourt y el Planeta deben ser como el lenguado de este video: demasiado grande para una sartén tan pequeña.
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En la tele, una de Sidney Pollack, que me ha gustado volver a ver:
Caprichos del destino, un drama romántico muy al estilo Pollack. No me parece que
Kristin Scott Thomas sea una gran actriz, pero tiene algo terriblemente seductor.
Sabio, lírico, admirable Pollack. Este artículo de Carlos Boyero hace justicia a su inolvidable cine.
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