miércoles, 9 de marzo de 2011

"La anarquía que viene", Robert D. Kaplan


El escritor, periodista y viajero Robert D. Kaplan es lo que algunos medios socialdemócratas llaman despectivamente un neocom. Yo prefiero el término realista. La anarquía que viene es un excelente ensayo que se subtitula y se ocupa de “la destrucción de los sueños de la posguerra fría.”

El libro (1994), que incluye un total de nueve ensayos breves, es de una amenidad y claridad expositiva pasmosas para tratarse de una obra sobre política y relaciones internacionales. Kaplan comienza su exposición con una frase rotunda: “Los años que siguen a una victoria militar y política memorable como la caída del muro de Berlín son tiempos tristes para los realistas”. Pero esta victoria, que Kaplan considera como suya, en tanto se califica como “guerrero frío”, ha abierto la puerta a un buen puñado de problemas a los que llama “los múltiples disfraces del mal”.

La anarquía es un trabajo fácil de resumir, dado que el autor, haciendo gala de su gran rigor expositivo, se ocupa en el índice de recensionar en pocas líneas cada uno de los capítulos.

La pieza que da título a la obra se ocupa de cómo la escasez, la criminalidad, la superpoblación, el tribalismo y la enfermedad, están destruyendo el tejido social de nuestro planeta.

Mientras tratamos de implantar nuestra versión de la democracia en el extranjero –señala en ¿Fue la democracia sólo un instante?-, en lugares donde no puede prosperar, también a nosotros se nos escapa de las manos. La democracia desestabilizará el mundo tanto como lo hizo el cristianismo primitivo.

Bajo el epígrafe El idealismo no detendrá el genocidio asegura que la reducción del riesgo de futuros holocaustos no procederá de los tribunales de crímenes de guerra, sino de las políticas de equilibrio de fuerzas y de las agencias de espionaje con más recursos económicos. La humanidad estará más protegida si se da por supuesta su maldad intrínseca.

En este contexto, la CIA y las fuerzas armadas acabarán por fusionarse. La institución del espionaje de Washington no se volverá obsoleta sino todo lo contrario.

El enfoque realista de la política exterior norteamericana debe basarse en el proporcionalismo. En el Tercer Mundo hay mucho por hacer y mucho que no puede hacerse si no se quiere contribuir a agravar aún más la situación.

Los peligros de la paz es el título del capítulo final. Kaplan advierte que “un periodo prolongado de paz en una sociedad tecnológicamente avanzada como la nuestra podría conllevar grandes males. El ideal de un mundo en paz y gobernado con benevolencia por una organización mundial no es en absoluto una visión optimista del futuro.”

Los tres capítulos restantes tratan sobre dos ensayos y de una novela. En el primer ensayo se refiere a Edward Gibbon, autor de la monumental Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano. Según Kaplan, el libro refleja el mundo tal y como es ahora en Africa, Oriente Próximo y la antigua Unión Soviética.

El segundo, trata sobre A World Restored de Henry Kissinger, un libro de juventud, que trata sobre las guerras napoleónicas y muestra las despiadadas ironías de la historia, “de las que prescindimos deliberadamente, aunque Kissinger llevó sus enseñanzas demasiado lejos en Vietnam.”

La novela diseccionada es Nostromo de Joseph Conrad, que constituye una redefinición del realismo. Kaplan expone aquí su idea de que “la angustia de una sociedad puede encontrarse en su literatura, a menudo más rápidamente y mejor revelada que en sus ciencias sociales”. Esto se debe, según Kaplan, a que “el futuro reside en los silencios, en los temas dolorosamente sensibles que la gente no se atreve a discutir en las cenas por miedo a lo que los demás puedan pensar.”

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En este artículo Enric Juliana enlaza el libro de Kaplan con la actual explosión social en el norte de Africa.

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El periodista Enric González, corresponsal de El País en Jerusalén, no es partidario de la intervención militar en Libia.

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