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lunes, 8 de abril de 2024

El palacio de Ibaigane, la sede del Athletic



Desde 1988 este soberbio edificio, el palacio de Ibaigane, es la sede del Athletic Club. Lo visité, exteriormente, pocos días antes de la final de la Copa y, curiosamente, era uno de los pocos edificios de Bilbao donde, que recuerde, no ví ninguna bandera del equipo.

Fue construido a principios del siglo XX por iniciativa del naviero e industrial Ramón de la Sota, según diseño del arquitecto Gregorio Ibarreche, en estilo neovasco.

La ideología nacionalista del propietario hizo que al final de la Guerra Civil fuese incautado por el régimen franquista. Tras la muerte del dictador fue devuelto a sus propietarios que, posteriormente, lo vendieron al club futbolístico.

Está ubicado junto a la ría y rodeado de edificios modernos, como el museo Guggenheim y las torres de Isozaki.




martes, 3 de octubre de 2023

Hondalea. El abismo

Cristina Iglesias ha vaciado la antigua casa del farero, de forma cuadrada, y, en el sótano, ha construido su abismo marino (hondalea).

La obra se contempla desde una pasarela superior, también de forma cuadrada y escalonada. El espectador puede moverse alrededor de ella para cambiar el punto de vista.

El abismo, construido en bronce, es un conjunto de oquedades, grietas, hendiduras, relieves… que simulan o interpretan un abismo marino. Lo iluminan cuatro focos instalados en el techo. La incidencia de las luces produce delicadas, sutiles y sorprendentes variaciones cromáticas en el bronce.

El segundo elemento es, naturalmente, el agua. El agua llega por oleadas –produciendo el consiguiente sonido–, que llenan y vacían rítmicamente el abismo.

El conjunto, en algunos espectadores, produce un efecto casi hipnótico y en otros, como el mío, un leve vértigo debido a la altura entre la barandilla de la pasarela y el fondo marino.

Es como si uno pudiera asomarse, desde la altura del faro, a las entrañas submarinas de la propia isla de Santa Clara y observar lo que ocurre allá abajo.

Cae la tarde cuando abandonamos Hondalea. La calzada desciende directamente hasta el muelle. El Aitona Julián IV nos transporta hasta el puerto.
















domingo, 1 de octubre de 2023

Hondalea. El viaje

A bordo del Aitona Julián III, potente motora que, en apenas diez minutos, te deja en el embarcadero de la isla de Santa Clara, que cierra la bahía de San Sebastián.

Hay dos caminos. El de la derecha, llano, bordea la isla de cara a la ciudad. Pero, en menos de doscientos metros está cerrado. Se escucha el impacto del mar sobre las rocas.
El otro camino, en fuerte pendiente, es una calzada. A media altura se abre a la izquierda un paseo confeccionado con pequeñas lajas de piedra y flanqueado por tamarices. Conduce hasta el faro. Cada poco se abren miradores hacia Igueldo y luego hacia el inmenso horizonte marítimo. Lo surcan veleros diminutos y alguno más grande.
En la altura el sonido del mar parece alejarse y, en su lugar, se escucha el viento deslizándose entre la espesa vegetación.
Mi cita para entrar en la casa del faro –donde la escultora Cristina Iglesias ha construido su Hondalea–, es a las 6.30 de la tarde. Aún falta una hora.
Junto al edificio del faro, con vistas sobre el océano y sobre Urgull y el puerto, hay un parque frondoso con mesas y bancos de piedra. Me acomodo y picoteo una fruta. Luego leo poemas de Bertolt Brecht, a quien tenía olvidado:
“Sabemos que estamos de paso
y que nada importante vendrá después de nosotros.”
Se escuchan voces lejanas, pero enseguida me llega una intensa sensación de aislamiento acompañada por el sonido de las ráfagas de viento.
Nunca había visitado esta pequeña isla. Su reducido tamaño y las hermosas vistas te hacen sentirte muy solitario.
Cristina Iglesias dice en una entrevista que la visita a su Hondalea comienza en el muelle donostiarra. Voy cumpliendo el programa esta soleada y ventosa tarde otoñal.















 
Compartido con: PúbliA bordo del Aitona Julián III, potente motora que, en apenas diez minutos, te deja en el embarcadero de la isla de Santa Clara, que cierra la bahía de San Sebastián.

domingo, 2 de abril de 2023

Un paseo por Fuenterrabía, 1

 


Cuando llegan los turistas, prefiero dejarles el campo libre. Ya han llegado algunos –con motivo de la sacrosanta semana–, pero el “mal” tiempo los ha mantenido tímidos y recogidos. Bien pertrechado inicio mi deambular sabatino al pie de la muralla, en el baluarte de la Reina. Antes les he dedicado un rato a las espectaculares floraciones junto al Polideportivo. Luego alcanzo el arco de Santa María, pero me desvío hacia el jardín del Casino y asciendo hasta la plaza del Obispo. Por detrás de la iglesia parroquial, desciendo bruscamente hasta el viejo y desdibujado crucero en la puerta del parque de san Marcos y enseguida me planto en el paseo del Bidasoa. El cielo se mantiene cubierto y luminoso.

Aunque había asentamientos anteriores, en 1203 Alfonso VIII de Castilla le concede Carta Puebla. Apenas tres años antes Guipúzcoa y el norte de Alava habían sido conquistadas por Castilla.

La localidad ha tenido siempre un gran valor estratégico como confluencia entre los reinos de Castilla, Navarra y Francia. De ahí las murallas que la protegen y que, en buena parte, aún se conservan. Esta privilegiada ubicación le ha acarreado innumerables asedios por parte de Francia. En la actualidad su casco histórico es Conjunto Monumental.









miércoles, 15 de diciembre de 2021

A tientas


                       Don Quijote y Sancho se van de compras

He olvidado las gafas. Sólo he traído las de sol. Cuando salgo de la biblioteca ya es de noche. Podría ponerme las gafas de sol, pero quedaría un poco raro, podrían tomarme por un facineroso, así que camino sin gafas, viéndolo todo borroso, sin poder fijarme en los detalles. Eso no me gusta, soy demasiado visual, apenas puedo disfrutar de mi paseo si no puedo ver bien, de tal modo que estoy a punto de darme la vuelta y volverme a casa, pero luego lo pienso mejor y decido continuar paseando. Cuando quiero ver algo tengo que acercarme mucho.

Me dirijo hacia la playa. En esa zona han instalado la mayor parte de las luces navideñas, así como una gran noria gigante, y una gran esfera, además de las fachadas coloreadas de algunos edificios. Hay bastante gente paseando, pese a que no hace ningún calor, sino más bien frío. Se me hace raro que haya tanta gente. He perdido la costumbre de salir una vez que se ha puesto el sol. Lo hago muy raramente. Así que todo me llama mucho la atención. También la niebla, que lo invade todo y que parece proceder del mar.

Cuando dejo atrás las luces, en el puerto, se me hace raro verlo todo en gris. Anda poca gente en la Parte Vieja: poco en vísperas de mucho, o algo parecido. Intento tomarme algo en un par de bares donde suelen poner jazz. Hoy me apetece un poco de jazz. Pero ambos están cerrados, no sé si por descanso semanal o definitivamente. Camino del tren, recalo en El Nido y, por fin, me tomo una caña. A estas alturas ya he optado por las gafas negras. Ahora lo veo todo más claro. O quizá ha sido la caña.




Playa de La Concha

jueves, 3 de junio de 2021

Iruña-Veleia, el final del paseo


El camino alfombrado que desciende hasta el río

Cerca del cauce la vegetación se ha adueñado del sendero

Queda atrás el yacimiento de Iruña-Veleia, del que hemos sido los únicos visitantes esta mañana de mayo. Retrocedemos unos metros y tomamos un camino desdibujado que baja hasta la orilla del Zadorra.

   La vegetación es tan abundante y protectora que el río apenas se puede ver. Incluso el camino está invadido lo que complica un poco el paseo. En esta zona proliferan los arces.



Una inesperada cantera emite su música al otro lado del Zadorra



Un poco más adelante aparece una represa

Un árbol caído sobre la senda. Afortunadamente han abierto un hueco para franquear el paso

Camino y río, trazados paralelos

El puente romano señala el final del paseo