sábado, 5 de marzo de 2011

"Valor de ley", de Charles Portis



Hay que agradecer a los hermanos Coen su deplorable adaptación de la novela Valor de ley pues, gracias a ellos, la obra de Charles Portis ha sido editada en España.

Es Valor de ley (1968) una excelente novela del oeste, que plantea problemas de fondo, como el de la justicia y el de la venganza y de cómo estos dos factores –claves en el realismo político- están en la base de la creación de los Estados Unidos de América. Sin un poder coercitivo no hay posibilidad alguna de justicia. El empeño de la protagonista es llevar a cabo la venganza por el asesinato de su padre, con la ayuda de un comisario sin demasiados escrúpulos formalistas pero al servicio de un precario u rudimentario sistema judicial.

Puede que los hermanos Coen se hayan limitado a perpetrar una chapuza cinematográfica, pero a mí me llaman la atención dos o tres detalles de su trabajo que, en mi opinión, desvirtúan intencionadamente el sustrato moral que alimenta la novela y ello por la razón de que, en nuestros días y en nuestras sociedades, los argumentos morales fuertes son rechazados por las masas consumistas y acomodaticias.


Mattie Ross, la narradora y protagonista de la novela, es una mujer soltera, de religiosidad y moralidad estrictas, y que goza de una buena posición gracias a su trabajo y a sus dotes de negociante. Su narración se apoya en citas de la Biblia y se declara demócrata casi por tradición; su asesinado padre era masón. Pero los hermanos Coen han preferido ahorrarnos esos detalles y en su lugar han puesto a una niña descafeinada.

Se tientan también la ropa los Coen respecto a los mensajes evangélicos que contiene la obra. La escena de las tres ejecuciones por ahorcamiento está mutilada de una forma notable. Así, las últimas palabras del indio condenado: “Estoy dispuesto. Me he arrepentido de mis pecados y pronto estaré en el Paraíso con Cristo, mi Salvador”, no llega a pronunciarlas en la película, pues el verdugo le hace callar poniéndole la capucha negra. Mucho menos está recogida la reflexión que se hace Mattie: “Les ruego recuerden al buen ladrón del Gólgota. Cristo en persona le prometió un lugar en el Paraíso”.

En la novela la voz de la protagonista es una voz adulta, reflexiva, cargada de fe y de sentido común. En la pantalla nos ofrecen la voz de una niña resabiada.

Los hermanos Coen han perpetrado una chapuza memorable. Uno ya no sabe de quién puede fiarse en la industria del cine.


4 comentarios:

  1. Pues justamente el otro día leí la crítica del "insobornable" Carlos Boyero en El País y ponía la película por las nubes: hablaba de injusticia y de bochorno en el reparto de los Oscars de este año, por no haber reservado ninguno importante a Valor de ley de los hermanos Coen, que quedará en la historia del cine cuando nadie se acuerde de las premiadas. Está claro que Carlos Boyero pasa bastante de la novela y de la adaptación de la misma.

    Abrazos, PEDRO

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  2. Juan Luis6/3/11 20:01

    Bueno, Pedro, iba a decirte que me gustaría leer esa crítica de Boyero, pero no, no merece la pena. El problema de Boyero lo ha contado él mismo en alguna ocasión: demasiado alcohol, demasiada cocaína. Lo que nunca sale gratis. Más que "insobornable" Boyero es "irreductible": no es capaz de ver más allá de su "reducto" mental. De lo contrario tampoco podría ganarse la vida como crítico estrella del País.

    Saludos.

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  3. que razón tienes Juan Luis.
    Un abrazo

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  4. Gracias, Olvido, aunque no sé si te refieres al post o al comenario precedente.

    Unos, los Cohen en este caso, se dedican a descafeinar las novelas valientes (aunque tan grave o más es la chapuza perpetrada) y otros, los Boyero, cantan las loas de la manipulación y el "pensamiento" débil.

    Saludos. Y cuidado con la carcoma, que es muy voraz y expansiva.

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