En una pelea o duelo Cervantes hirió a un tal Antonio de
Sigura, y lo hizo en un lugar inadecuado, el recinto del Palacio Real. Era un asunto
grave que conllevaba la pena de amputación de la mano derecha. En vista de ello
Cervantes se va a Italia y se hace soldado. Tras varios años de estancia en
Italia, se italianiza, es decir, se refina. Eso es importante, porque ser muy
italiano es como decir que se es muy artista. La mano, sin embargo, la perdió más tarde, en la batalla de Lepanto.
Los cuatro años que estuvo cautivo en Argel lo convierten en
un tipo muy bragado, que intenta escapar varias veces y que consigue que su amo
le perdone la vida, lo que era poco habitual en esas circunstancias. Se ha
especulado con que Cervantes podría haber seducido a su amo para que la vida le
fuera perdonada. No sería descartable. Es de suponer que un tipo con semejante
imaginación fuera capaz de seducir a cualquiera, de una forma o de otra.
Se dice que Cervantes era pedigüeño, que pedía mucho, aunque
obtenía poco. Eso requiere valor y coraje. En varias ocasiones se limitaba a
pedir lo que era suyo, los sueldos que se le debían por su trabajo como
recaudador, tanto de impuestos como de víveres para el ejército. No siempre lo
conseguía. En esas condiciones, qué tendría de particular que se sirviera él
mismo. Parecer ser que así lo hizo en alguna ocasión. Terminó en la cárcel.
En asuntos amorosos parece que nuestro principal escritor
también era inquieto. Mantuvo un enredo con una mujer casada, Ana Villafranca,
conocida en los anales como Ana Franca. Su marido era un tabernero y ella
despachaba vino tras el mostrador. Parece que se conocieron en el garito. Cervantes
tuvo una hija con ella -nacida en 1584-, de nombre Isabel. El escritor la
reconoció con el tiempo, cuando murió el tabernero, y le dio su apellido. Isabel se encargó de amargarle la vejez. Hay otra versión, parece que menos
creible, según la cual Isabel sería hija natural de una de las hermanas de
Cervantes, Magdalena. Un mes después de que naciera su hija, Cervantes, de 37 años, contrajo
matrimonio con la joven Catalina de Salazar, natural de Esquivias, provincia de
Toledo. Ella, a diferencia de él, procedía de una familia con posibles. El
noviazgo duró dos meses y medio. El matrimonio mucho más, hasta la muerte del
escritor, pero con grandes intervalos de vidas separadas.
No existen retratos seguros de Miguel de Cervantes. El que consta aquí, obra de Juan de Jáuregui, es quizá el más popular. El propio Cervantes alude a él en el comienzo de sus Novelas ejemplares.
Bibliografía: Las vidas de Miguel de Cervantes, Andrés Trapiello, ediciones Destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.