domingo, 11 de marzo de 2018

Dejemos hablar al viento



En la cima todo está abierto, el camino despejado, las vistas abarcan un gran espacio, los pueblos se ven pequeños desde arriba. Pero el viento es el amo inflexible. Cuando él quiere te desaloja.


El ideal de la piedra tallada es mimetizarse con el paisaje, olvidarse de la mano que lo esculpió. Ser una más.


Protegido por su pequeñez, el petirrojo canta ajeno al viento. El instinto y sus grandes alas le permiten al buitre cabalgar al viento. Pero tú caminas temeroso.


Contra el viento los mejores aliados son la oquedad, la piedra y la ladera contraria.


El espino blanco espera paciente a la primavera que le vestirá de gala. Sabe que deslumbrará.



No es fácil hacerse amigo del viento. Hay mucho que pelear. Sólo el buitre sabe manejarlo.

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1. Piedra fronteriza entre España y Francia. Al fondo, la silueta de Aiako Harria.

2. La desembocadura del río Bidasoa. Hondarribia y Hendaya en cada orilla.

3. El embalse del Xoldokogaina o de Ibardin, que abastece de agua a Hendaya.

4. Un espino blanco, desnudo en invierno.

5. Cúmulo de piedras graníticas en la linea divisoria fronteriza confeccionado por los caminantes de estas cumbres. Al fondo, el monte Larún.

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